Sanfermines: violencia machista y autodefensa feminista.

Sanfermines: violencia machista y autodefensa feminista.

Es cierto que estas fiestas, como tantas otras, son patriarcales y taurinas.Pero son además otras muchas cosas, y para entenderlo es necesario conocer un poco el contexto sociopolítico y cultural de la ciudad, incluidas sus iniciativas reivindicativas y de organización feminista.

17/07/2014

Susana Cañete, activista de Lumatza

Manifestación nocturna contra las agresiones sexistas, el 4 de julio./  Íñigo Muerza Erroz

Manifestación nocturna contra las agresiones sexistas, el 4 de julio./ Íñigo Muerza Erroz

Después de las desafortunadas imágenes del año pasado que mostraban a mujeres manoseadas y zarandeadas durante el chupinazo que marca el inicio de los sanfermines, parece que la opinión pública y las instituciones se han hecho eco de algo que sucede en estas y en otras fiestas masificadas en las que, arropadas por el alcohol y la muchedumbre, se cometen innumerables agresiones contra la libertad sexual de las mujeres.

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Estas fiestas tienen un arraigo afectivo muy fuerte y suponen un momento de expansión, de liberación sexual y de catarsis colectiva, en una sociedad que, sin ánimo de caer en el estereotipo, no se caracteriza por ello

Si bien el año pasado se hicieron famosas estas imágenes, los colectivos feministas y las mujeres de Iruñea sabemos que estos abusos se cometen siempre. Todos los años se denuncian violaciones y sabemos que las calles y los bares se convierten en lugares desagradables donde somos susceptibles de sufrir alguna agresión. Incluso el acostumbrado desigual uso del espacio es de por sí una agresión. Sin ninguna mesura, una mayoría de hombres se apodera de la calle, por ejemplo orinando por todas partes y a todas horas, haciendo que la ciudad se torne en un lugar sucio y hediondo.

Mucha gente considera que estas fiestas, tan bien rotuladas el año pasado en el artículo ‘Tetas y toros’, son patriarcales y taurinas. Y si bien es cierto que lo son, (como gran parte de las fiestas del Estado español) son además otras muchas cosas, y para entenderlo es necesario conocer un poco el contexto sociopolítico y cultural de la ciudad.

En la sociedad navarra hay mucho apego por la tradición, incluso entre personas que se consideran de izquierdas. Estas fiestas son momentos en los que se refuerza el sentimiento de colectividad y que tienen un arraigo afectivo muy fuerte. Los sanfermines suponen además un momento de expansión, de liberación sexual y de catarsis colectiva, en una sociedad que, sin ánimo de caer en el estereotipo, no se caracteriza por ello el resto del año.

San Fermín refleja la tensión entre tradición, catarsis colectiva  y reivindicación./ Íñigo Muerza Erroz

San Fermín refleja la tensión entre tradición, catarsis colectiva y reivindicación./ Íñigo Muerza Erroz

En otro orden de cosas, y como me describió estupendamente un compañero hace años, la urbe parece albergar dos ciudades paralelas que coexisten en un mismo territorio, pero que rara vez se tocan: Pamplona, una ciudad en la que el Opus Dei y la más recalcitrante derecha campan a sus anchas, impregnando con su ideológia y su poder las instituciones; e Iruñea, una ciudad en la que los movimientos sociales, formados por innumerables grupos de izquierdas, independentistas o no, que tejen sus redes y llevan a cabo sus políticas de resistencia. Si se compara con otras ciudades de su tamaño del Estado español, el nivel histórico de politización de la ciudad no tiene parangón.

En este contexto, los sanfermines no dejan de ser un espacio de confrontación más, un momento en el que se pugna por llevar a cabo unas fiestas reivindicativas y populares, que los movimientos sociales y vecinales luchan por autogestionar, contra las políticas neoliberales del Ayuntamiento, que pone duras trabas a estas iniciativas. Este, por su parte, regido por su ideología hipócrita y derechona, no tiembla en realizar acciones represivas, con el fin de mostrar unas fiestas descafeinadas en las que todo vale menos las reivindicaciones políticas de cualquier tipo (véanse las cargas policiales ocurridas en numerosas ocasiones y sobre todo en la plaza del Ayuntamiento, contra quienes portan ikurriñas el día del chupinazo).

Aunque la campaña del Ayuntamiento es una aportación bienvenida, el movimiento feminista nunca ha tenido apoyo de esta institución, incluso en el caso de Nagore Laffage

En este contexto se incluye un movimiento feminista diverso y fuerte, el cual lleva años trabajando contra las agresiones sexistas en sanfermines, entre otras muchas cosas. Así pues, la campaña impulsada entre otras por Emakume Internazionalistak, siempre llena el casco viejo y las entradas de la ciudad de pancartas en varios idiomas contra el acoso sexual. Y feministas de la plataforma popular Gora Iruñea gestionan cada año un número de teléfono donde se registran y se brinda apoyo a quienes han sufrido alguna agresión, por citar algunas de las iniciativas.

Este año, los medios mayoritarios se han hecho eco de la campaña del Ayuntamiento pamplonés contra las agresiones. Para nuestra sorpresa, es una campaña de calidad y que parece tomar por fin cartas en el asunto. Esto deja de sorprendernos cuando nos enteramos de que para elaborarla han contado con la colaboración de diversos colectivos del movimiento feminista y popular: la Plataforma de mujeres contra la violencia y Gora Iruñea, además de sus propias profesionales.

Aunque esta campaña es una aportación a tener en cuenta y que es bienvenida, (más vale tarde que nunca) hay que resaltar que el movimiento feminista nunca ha tenido apoyo de esta institución, más bien al contrario. Por ejemplo, en ocasiones se ha obligado a quitar de los balcones de la plaza del Ayuntamiento pancartas contra las agresiones y en memoria de Nagore Laffage, la joven asesinada por un psiquiatra del Opus durante los sanfermines de 2008 (el asesino, que cumple una pena irrisoria en la prisión de Zuera, Zaragoza, ya está en tercer grado).

Respecto a este terrible asesinato, el Ayuntamiento no sólo no ha hecho ningún gesto de apoyo a la familia ni en memoria de la joven irundarra, sino que pone trabas a las iniciativas que lo hacen. En 2008 ni siquiera se suspendió un solo día las fiestas. Y sin ir más lejos, el año pasado no autorizó una obra de teatro-homenaje en los días previos a los sanfermines. No creo que sea casual que el asesino sea miembro de la oligarquía navarra ni que UPN no sea dado a reconocer los derechos de las mujeres, ni en la calle ni en el Parlamento. No hace falta recordar su apoyo a la reforma de la ley del aborto ni su negativa al acceso a técnicas de reproducción asistida a mujeres sin pareja masculina.

Lo más importante es que algo parece haber cambiado, o más bien se ha intensificado: las campañas populares contra las agresiones, impulsadas desde el movimiento feminista, este año resultan especialmente visibles. Las calles están repletas de pancartas contra las agresiones, en las peñas sanfermineras una cuña sonora se escucha cada tanto alertando contra esta práctica dentro de un protocolo que se ha creado con el fin de prevenir el acoso sexual en peñas y bares.

Final de la manifestación nocturna, bajo el lema "El miedo va a cambiar de bando"./ Íñigo Muerza Erroz

Final de la manifestación nocturna, bajo el lema “El miedo va a cambiar de bando”./ Íñigo Muerza Erroz

Además se han llevado a cabo una concentración y dos manifestaciones el día 4 de julio: una diurna contra las agresiones lesbófobas, homófobas, sexistas y racistas; y otra nocturna. Esta última se convocó por una asamblea feminista autónoma y recorrió las calles de la ciudad al estilo de “reclama la noche”. Más de mil personas, la mayoría mujeres vestidas de negro, encapuchadas y con antorchas, recorrieron las calles del casco viejo bajo el lema “El miedo va a cambiar de bando”.

El Txoko Feminista, espacio integrado por colectivos e individualidades, ha abierto sus puertas varios días con la intención de ser un altavoz feminista, así como un espacio de seguridad y encuentro para mujeres y lesbianas. Además de los locales de los movimientos sociales que ya son de por sí lugares que pretenden ser seguros.

También se han hecho talleres y campañas por la autodefensa feminista y en el Jai Gune, espacio organizado por los movimientos populares a pesar de las trabas institucionales, se ha creado un grupo de seguridad y se lleva a cabo el protocolo contra las agresiones.

Por otra parte, los medios mayoritarios se han hecho eco de supuestas prácticas, como «tetas por calimocho» (noticia oportunamente sensacionalista, nadie que conozco ha visto algo semejante en la ciudad), lo que añade más confusión al asunto, mezclando agresiones sexuales y praćticas libremente ejercidas por sus protagonistas. Esto no creo que nos haga ningún bien, pues se desenfoca el verdadero problema, que es la violencia contra las mujeres, y se mezcla con una moral putófoba que no aporta nada de luz al tema.

Una vez terminados los sanfermines habrá que esperar aún para saber el saldo de agresiones e intervenciones policiales, aunque es casi imposible de cuantificar y siempre se ha sospechado que el Ayuntamiento edulcora los datos.

Aún así, lo que está claro es que la doble moral institucional, que se balancea entre limpiar la cara de unas fiestas en las que el sexismo campa a sus anchas y negar los derechos de las mujeres desde postulados católicos fundamentalistas, no va a ser la solución.

Porque, ¿cómo se van a apoyar los derechos de las mujeres desde partidos e instituciones que en Madrid y en Navarra actúan en contra de ellos? ¿Cómo nos van a defender las Fuerzas de Seguridad del Estado cuando esos cuerpos, profesionales del terror, usan constantemente su violencia patriarcal contra nosotras en otros contextos (en la calle, en los CIEs, en las comisarías…)?

La solución sin duda está en la autodefensa y de la autoorganización. Cuando el sexismo sea junto con la transmaricabollofobia y el racismo algo mayoritariamente indeseable, cuando las mujeres nos sintamos capacitadas y legitimadas para defendernos, sintiendo el apoyo de nuestros compañeros y compañeras, será cuando podamos ir seguras por las calles. Todo esto acompañado de un cambio de mentalidad en el que las mujeres no seamos vistas como seres humanos de segunda, ni objetos sexuales disponibles, a quienes los hombres machistas sienten que pueden atacar y menospreciar con toda impunidad y sin ningún temor.

Por todo esto, ninguna campaña institucional que no esté enraizada en serias medidas educativas y legislativas enfocadas a destruir la mentalidad patriarcal, no es sino un parche más. Y esto es incompatible con sus políticas institucionales fascistas y neoliberales, que no hacen sino empobrecer a la mujeres, privarnos de los derechos sobre nuestro cuerpo y fomentar aún más valores discriminatorios, sexistas, homófobos y racistas.

Así pues, nosotras seguiremos haciendo lo nuestro, que es luchar y reivindicar que las fiestas, las calles y las noches son nuestras y que con nuestro cuerpo haremos lo que nos plazca. Y seguiremos trabajando para que el miedo cambie por fin de bando.

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