“La historia de las cineastas está muy coja: apenas se cita a Pilar Miró, y a menudo para criticarla”

“La historia de las cineastas está muy coja: apenas se cita a Pilar Miró, y a menudo para criticarla”

¿Cine femenino? ¿Feminista? ¿Cine hecho por mujeres? La teórica fílmica feminista Bárbara Zecchi propone el concepto 'ginocine', como un término amplio e inclusivo. Zecchi presentó en Pamplona su libro 'Desenfocadas. Cineastas españolas y discursos de género', en el que analiza la obra de cuatro generaciones de mujeres cineastas.

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El pasado junio, Bárbara Zecchi, profesora y teórica fílmica feminista, presentó su libro ‘Desenfocadas. Cineastas españolas y discursos de género’ (Barcelona, Icaria, 2014) en la 28 Muestra Internacional de Cine y Mujeres de Pamplona. Hablamos con ella sobre su último trabajo, centrado en diversos aspectos teóricos como el concepto ginocine, y  el que realiza además un riguroso estudio sobre mujeres cineastas –cuatro generaciones de cineastas- desde los orígenes del cine hasta finales del siglo XX.  Se detiene en el análisis de la obra de cineastas como Isabel Coixet, Chus Gutiérrez, Gracia Querejeta, Icíar Bollaín, Marta Balletbò-Coll, Patricia Ferreira, Judith Colell, Laura Mañá e Inés París.

¿De dónde surge la idea de este libro? ¿Qué aporta a los estudios sobre cineastas?

Es el primero de un proyecto de tres libros. El segundo saldrá en breve bajo el título ‘La pantalla sexuada’ y el tercero, ‘Género del género’, más adelante. El primero da una panorámica sobre las cineastas. Empieza por las sombras y llega hasta el año 2010, con la generación de Isabel Coixet o Icíar Bollaín, que son mujeres que siguen y seguirán haciendo cine. Las cineastas más jóvenes, las de ahora, significan algo completamente diferente. Tienen muchísima más seguridad, no tienen que pedir permiso a nadie para hacer cine. El segundo libro tiene un enfoque más teórico que pretende establecer un diálogo entre toda la crítica fílmica feminista anglosajona, francesa incluso, y su aplicación en España. Es alucinante que se siga trabajando con el primer ensayo de Laura Mulvey, ‘Placer visual y cine narrativo’, que se publicó en el año 1975, justo cuando se murió Franco y empezó a haber placer visual. Y el tercer libro estudiará los diversos géneros cinematográficos tradicionales; el thriller, el melodrama, la comedia y cómo lo usan las mujeres. Se trata de ofrecer diversas miradas sobre el cine español dirigido por mujeres. Llevo toda mi vida académica estudiando el tema y ahora es cuando puedo escribir sobre ello.

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“En el cine no hay mujeres en profundidad; hay siluetas. La representación femenina ha sido desenfocada, pero también la aportación de directoras, de cineastas”

¿Por qué ‘Desenfocadas?

‘Desenfocadas’ es la representación de las mujeres en el cine hegemónico y comercial. O es la mala, o es la sexy guapa, o la madre. Hay siluetas, no mujeres con profundidad. La representación femenina ha sido desenfocada, pero también la directora, la cineasta; la que hace cine no existe en la historia del cine. En realidad este título es un plan B. El título que le quería dar era ‘ginocine’, un neologismo que superara el problema de nombrar en el cine feminista, porque hablamos de cine femenino, de cine feminista, de cine de mujeres y nadie está contento con estos términos.

Efectivamente, reivindicas el uso de “ginocine”, frente al “cine femenino” que implica sensiblería y el “cine de mujeres”, que apela a un determinado público. ¿Qué aporta este término?

Pretendo ser muy inclusiva, que pueda ser un término cómodo. Cine feminista es muy limitado, porque si una mujer no es feminista, si no hace cine feminista, no podemos caer en realizar una crítica intencionalista. Se puede hacer cine feminista incluso si la directora no lo es. Pero aun así, creo que todo el cine producido por mujeres es ginocine. Esto es debatible, pero cualquier mujer, incluso la que dice “yo estoy muy bien, no tengo ningún problema, no existe el machismo” vive una experiencia de mujer. En el libro que edité junto a Jacqueline Cruz [‘La mujer en la España actual ¿evolución o involución? (Icaria, 2004)], ella estudia cómo la prensa trataba a las políticas del PP; no son feministas, pero aun así son tratadas como mujeres. Se les hacían preguntas sobre su vida sexual o sobre su familia. También hay películas que han sido dirigidas por hombres que podrían encajar perfectamente dentro del cine femenino. Femenino tiene otra serie de implicaciones. Por eso el ginocine también podría ser un cine dirigido por hombres que tienen una sensibilidad hacia cuestiones de género.

Afirmas que el ginocine elimina las connotaciones de la palabra feminista ¿Por qué crees que el término feminista es tan restrictivo? ¿Por qué tenemos que inventarnos otros?

Yo quiero reivindicar la palabra feminista. Feminista puede ser una película pero con el término ginocine abarcamos más. No tenemos que tener miedo al feminismo, algo que he visto, sobre todo aquí en España. En Estados Unidos la gente tiene mucho menos miedo a utilizar el término. Cuando estudiaba las primeras mujeres destacadas del siglo XIX, cuando se empieza a hablar de feminismo me he dado cuenta de que las españolas, como Emilia Pardo Bazán, nunca quisieron ser definidas como feministas. El feminismo se ve como algo muy radical. Cuando trabajaba en la Universidad Carlos III hice un cuestionario al alumnado de una asignatura sobre discursos de género en el siglo XIX español y me dijeron cosas que me hicieron sentir muy mal. La mayoría respondió que no eran feministas porque eran hombres o que no eran feministas porque no eran lesbianas. Veían el feminismo como algo super reducido. Ahora he aprendido la lección. No quiero enajenar a los estudiantes diciendo que soy feminista. Además, ellos y ellas lo son. Si eliges esa asignatura es porque tienes cierto interés en cuestiones de género. Uso un artículo de Gerda Lerner, una historiadora que murió en 2013 que define qué es feminismo: “Las feministas son las que creen que existe discriminación, la aceptan y la reconocen. No están de acuerdo con esa discriminación. Saben que la discriminación es por razones sociales y no naturales, y pueden pensar se puede hacer algo para cambiarlas”. Con una definición, tan flexible y tan amplia, todo el mundo admite que es feminista.
‘Desenfocadas’ deja clara la necesidad de rescatar el trabajo de las cineastas. Hablas de una “amnesia histórica”.

Hay una historia del cine muy coja. En el mejor de los casos se menciona a Pilar Miró porque fue una mujer con una gran proyección, y muchas veces es para criticarla. Mucha gente considera que la primera cineasta es Rosario Pi, cuando en realidad hay más figuras como Carmen Pisano, Anaïs Napoleón, Beatriz Azpiazu, Elena Jordi y Helena Cortesina. En el cine pasa lo mismo que con la literatura, que hasta que se pudo vivir de la escritura, escribir se consideraba algo femenino. Por eso hay muchas más románticas que románticos, aunque la Historia de la literatura las haya borrado. Antes de que el cine fuera una industria poderosa, en el cine francés, en el cine norteamericano, británico, cuando era un fenómeno de barracas, la presencia femenina era muy grande. Hay mucha mujer también en el pre-cine. Ahora aparentemente hay más directoras, pero muchas de ellas dirigen documentales, que es mucho más accesible y económico.

Uno de los aspectos que llama la atención en el grupo de cineastas que denominas “las progenitoras”, las cineastas de la Transición (Cecilia Bartolomé, Pilar Miró y Josefina Molina) es su “falta” de solidaridad de género. Curiosamente las teóricas las hemos considerado como la primera generación que han formado un grupo de mujeres. ¿A qué se debe esta aparente paradoja?

“La nueva generación de cineastas, como Beatriz Sanchís, lo tienen muy claro, no tienen que pedir permiso para hacer cine. De algo ha servido el proceso de sus antecesoras”

A la sociedad patriarcal. Eso lo explica muy bien Simone de Beauvoir. Una de las principales armas de la sociedad patriarcal es mantenernos separadas y hacer que nos odiemos. Lo que ha hecho sistemáticamente la sociedad patriarcal es educarnos como enemigas, como rivales.


Tras años de olvido y de inexistencia de genealogías, las cineastas que comenzaron a trabajar a finales de los 80 y principios de los 90 que denominas como “las herederas (desde el inconsciente genérico)” suponen un modelo. Han protagonizado un significativo proceso de rechazo de “lo femenino” hacia una toma de conciencia clara que se materializa en la constitución de la Asociación CIMA. ¿Qué puede aportar este proceso a la actual generación de jóvenes cineastas?

Ha sido un proceso muy interesante. Inés París, una de las fundadoras, es tajante con el tema de la discriminación y ha conseguido abrir los ojos. Y el libro ‘Cine y género en España’ (Madrid, Cátedra, 2010) coordinado por Fátima Arranz, aporta datos empíricos. Fue a partir de entonces cuando se empezaron a mirar entre ellas y a ver que tenían menos presupuesto que sus compañeros, y esto es algo muy contundente. Se dieron cuenta del techo de cristal, porque en las escuelas de formación hay más mujeres que hombres pero hay pocas directoras. Isabel Coixet, que es una de las directoras más reconocidas a nivel internacional y que prácticamente rueda una película por año, tiene menos presupuesto que sus compañeros hombres. Creo que la nueva generación ya no cuestiona el tema de la discriminación. He visto una paulatina concienciación. Desde el manifiesto  ‘Cine con tetas’ (‘La mitad del cielo. Directoras españolas de los años 90’. Málaga, 1998. Edición a cargo de Carlos F. Heredero) que escribió Icíar Bollaín, han cambiado las cosas definitivamente.

Te refieres a un inconsciente genérico para hablar de un discurso feminista más allá de lo intencional. ¿A qué se debe este inconsciente? ¿Qué tiene de enriquecedor y de limitador?

El término lo tomo prestado de Frederic Jameson. Él se refiere al inconsciente político como algo que cada persona tiene. La ideología está tan naturalizada que es como un mal aliento, se nota únicamente en los demás. Con el inconsciente feminista pasa lo mismo. Las películas son feministas sin que las propias mujeres lo reconozcan. El fenómeno es tan característico de toda la producción de mujeres que de ahí ya deduzco que es algo inconsciente.

¿Cómo ves la situación actual tanto de las cineastas españolas como de la crítica cinematográfica española?

Acabo de ver una entrevista a Beatriz Sanchís [Sanchís ha estrenado en junio su primera película ‘Todos están muertos’] tan segura de sí misma, tan fuerte… Lo mismo ocurre con Mar Coll o Juana Macías. Lo tienen muy claro, no tienen que pedir permiso a nadie para hacer cine. No se cuestionan que no puedan hacerlo. De algo ha servido lo que han hecho las anteriores cineastas y algo ha cambiado. Desde Estados Unidos me resulta muy difícil percibir la situación de la crítica fílmica feminista en España. Esa pregunta te la tendría que hacer yo a ti.

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