Gracias a todas ellas

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He aquí un breve listado de algunas de las mujeres que han sido importantes en la construcción de mi identidad y, sobre todo, de mi conciencia feminista.

María Silvestre Cabrera

Helga María Hernes me ayudó, hace años,  a comprender el paso de la dependencia privada a la dependencia pública en la relación de las mujeres con el Estado. Esta línea de pensamiento me abrió un campo importante para la reflexión y la investigación ligada a la división sexual del trabajo, a la feminización del cuidado, a las imperfecciones de nuestro modelo de organización social y, sobre todo, a cuestionarme las bondades de cualquier sistema político por haberse gestado, todos ellos, desde las bases del patriarcado.

Fue un verdadero chasco y frustración intelectual descubrir que Rousseau era un misógino, que la mente capaz de escribir El contrato social o el Emilio, tenía en tan mala consideración a las mujeres, para las que no reservaba ningún derecho político. Pero fue un placer y un soplo de aire fresco leer la Vindicación de los derechos de las mujeres de Mary Wollstonecraft y poder afirmar que las mujeres participaron de la revolución ilustrada y reivindicaron otro modelo de sociedad más igualitario, libre y justo.

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La evolución en el pensamiento de la antropóloga Michelle Rosaldo  me enseñó que podemos errar, pero podemos rectificar y generar un conocimiento que nos ayude a entender el porqué de la universalidad de la desigualdad entre mujeres y hombres.

Ya sé que son lugares comunes del feminismo, pero tres frases han sido muy importantes en la construcción de mi conciencia feminista: “No se nace mujer, se llega a serlo” de Simone de Beauvoir,  “Lo personal es político” de Kate Millet y la necesidad de toda mujer de una “habitación propia” y de unos chelines en el bolsillo de mi querida Virgina Woolf.

Tengo que mencionar a maestras más próximas como Amelia Valcárcel o María Ángeles Durán. A la primera le agradezco su lúcida distinción entre acción y discriminación positiva y su discurso sobre la vergüenza en las mujeres cuando hablamos de violencia contra ellas. Y a la segunda, toda su investigación sobre los usos del tiempo y su ejemplo como mujer referente en su/mi disciplina, la Sociología.

Mucho he aprendido de mis colegas del grupo de estudios de género en Ciencia Política, tanto de la lectura de sus trabajos, como de los debates en las reuniones científicas y de las charlas en los cafés y bares de distintas ciudades europeas estos últimos diez años: Alba Alonso, Eva Alfama, María Bustelo, Marta Cruells, María de la Fuente, Tita Diz, Marta Lois, Emanuela Lombardo, Natalia Paleo, Tània Verge y mis queridas Eva Martínez y Ainhoa Novo.

Párrafo aparte merece  mi colega y amiga, Arantxa Elizondo, de su mano me he acercado a interesantes lecturas: sus propias obras y los valiosos libros que me ha regalado, como la correspondencia entre Hannah Arendt y Martin Heidegger o la biografía de las hermanas Beauvoir.  Hemos compartido enriquecedores charlas y reflexiones profesionales, personales y vitales que me han hecho crecer como persona, como mujer y como feminista.

Gracias a todas ellas.

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