‘Orange is the new black’: deseos y otros temas incómodos

‘Orange is the new black’: deseos y otros temas incómodos

Esta serie puede suscitar sentimientos ambivalentes, pero invita a hablar no sólo de lesbianismo o la sexualidad, sino también del racismo, el clasismo, la injusticia, o de la situación de las mujeres en las cárceles.

Orange is the new black

Tengo que confesar que me gustan las series de televisión norteamericanas y que este verano he visto Orange is the new black (dirigida por Jenji Kohan, 2012) casi como si tuviera una adicción. De hecho, el resto del otoño y el invierno lo estoy pasando con el mono de que salga la segunda temporada, pensando qué es lo que hay en esta serie que llama tanto la atención y suscita tanto éxito… Al mismo tiempo, estoy leyendo un poco sobre Piper Kerman, el personaje real que escribió de manera autobiográfica el libro con el mismo nombre y en el que se basa la serie (Orange is the new black: My Year In A Women’s Prison, 2010).

Me doy cuenta de que tengo las mismas ganas de ver películas con chicas malas, lesbianas y trans que tuve cuando salió The L-Word (dirigida por Ilene Chaiken, 2004-2009). ¿No ha cambiado nada en estos diez años? Las series de televisión y el cine ya empiezan a incluir algunos personajes LGTB o queer, si bien están dentro de historias heteronormativas, y a menudo por muy LGTB o queer que sean, representan estas mismas dinámicas. Otra critica que se puede hacer a cómo aparecen los personajes LGTB o queer en las series televisivas mainstream es que están representados de manera muy repetitiva y simplista. Esto es especialmente evidente cuando se estudia la representación del lesbianismo en los medios audiovisuales del contexto español, donde además aparece la asociación de las mujeres malas con un destino trágico (1).

Ver a Piper sorprendida ante las dificultades vitales de las reclusas negras, pobres, trans o mayores evidencia una ceguera a los propios privilegios

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Orange is the new black (OITNB) aborda un tema recurrente en la cultura popular, pero que no por ello deja de ser atractivo: las mujeres y el lesbianismo en la cárcel (ver por ejemplo los antecedentes en la serie americana Women in Prison, 1987-1988; o la británica Bad Girls, 1999-2006). OITNB surge a la vez que otras series de éxito sobre cárceles así como también trifunfan otras producciones donde el tema principal es la sexualidad de las mujeres. En sólo una temporada ha cosechado un gran éxito, de un público de todo tipo de géneros, razas, clases sociales y sexualidades, que va más allá de aquellos de los que podríamos afirmar que se pueden identificar nítidamente con sus protagonistas.

El título de la serie hace referencia a una expresión en inglés de hace tiempo, “grey is the new black”, que significaría algo así como ahora el color gris en la ropa tiene la misma función social que el negro. En el uso más reciente de esta expresión se hacen evidentes tanto la asimilación de los derechos civiles como una rápida comercialización de todo aquello que se pueda convertir en un “mercado rosa” o similar. Igual os suena la expresión “gay is the new black”, que podría ser algo así como ¡¡ahora llegan los derechos de los gays!!, como si los derechos de los y las afroamericanas ya estuvieran conseguidos, y lo gay fuera simplemente lo siguiente en la lista de derechos a conseguir. Más tarde surge “orange is the new black”, en referencia al color de los uniformes de las cárceles, y que presentaría un “tema  nuevo” al que hay que prestar atención, para tener el mismo éxito que “un tema ya cerrado” como podría ser el racismo (2). En el título mismo de la serie aparece una de las cuestiones más relevantes con la que nos podemos confrontar al ver la serie, y es cómo una ciudadana privilegiada por su clase social, acceso a la cultura y color de piel como Piper, por mucho que se eche una novia que trabaja con narcotraficantes, está fuera de los efectos interseccionales del racismo y el clasismo.  De alguna manera, al ver a Piper sorprendida de las dificultades vitales de las reclusas negras, pobres, trans, o mayores evidencia que existe una ceguera a los propios privilegios, algo de lo que no se suele hablar y mucho menos tener una conciencia.

La mayor parte de las críticas que recibe la serie tienen que ver precisamente con esto, con la posibilidad de no ver el racismo, o incluso se debate si la serie reproduce esta dinámica racista. Así podríamos pensar: ¿quién se puede permitir dicha ceguera racista?, ¿en qué condiciones vitales es posible no ver que existe esta fractura social?, ¿cómo funcionan el racismo  y el sexismo interseccionalmente en la vida cotidiana? Si por un momento pudiéramos imaginar esta serie pero en una cárcel española, estaríamos viendo una población de mujeres reclusas muy castigadas (mucho más que los hombres) por delitos mucho más pequeños. Ellas suponen un 8-10% del total de la población reclusa, la mayoría son de clases sociales muy modestas. Encontraríamos una mayoría de gitanas, latinoamericanas y extranjeras no comunitarias encerradas por hurto y pequeño tráfico de drogas. Imaginad por un momento a una pija del madrileño barrio de Salamanca, también con un pasado lésbico y ligado a un cartel de narcotraficantes, en esta misma cárcel. ¿Se sorprendería igualmente de que exista el racismo, el clasismo o la xenofobia? No sé si sería una comedia que funcionara igual de bien que la hecha en EEUU, pero creo que no nos gustaría tanto.

La serie se ajusta a la vida real en la prisa a la hora de etiquetar la sexualidad y las identidades de sus personajes. Piper ahora es hetero, antes era lesbiana, ¿o es bi? ¿Importa?

Volviendo a Orange is the new black, esta serie muestra una protagonista rubia, joven y guapa (representando una buena chica), pero también un tanto bobalicona, con quien nos invitan a empatizar e identificarnos. Piper se busca la vida en un entorno hostil y para el que a veces tiene que desarrollar habilidades inesperadas. Al mismo tiempo, también nos muestra su incapacidad para apreciar los valores y vemos que tiene que aprender cuáles son las dificultades del resto de las reclusas, con las que tiene una gran distancia en privilegios y experiencias vitales.

Por otra parte, desde el mismo comienzo de la serie se privilegia la idea de que Piper tenía una vida normal en el presente, novio hetero y cis incluido (3). Una Piper que trataba de alejarse de su pasado alocado, lesbiano y ligado a un cártel de narcotraficantes. Representan lo que está bien (pero podría ser algo aburrido) frente a lo que se debe esconder o rechazar (porque claramente está mal, es peligroso, y por tanto, parece más loco y atractivo al mismo tiempo).

Donde más me parece que la serie se ajusta a la vida real, si es que esto importa, es en la prisa que genera a la hora de etiquetar la sexualidad y las identidades de sus personajes. Piper ahora es hetero, antes era lesbiana, ¿o es bi, como se dice en algunos blogs? ¿De dónde sale esta necesidad de darle una etiqueta al comportamiento sexual y afectivo de las personas? ¿Es necesario? ¿Podríamos dejar de hacerlo?

Me muerdo la lengua por aquellas personas que aún no la han visto y no os cuento mucho más de lo que sucede; si bien os quiero adelantar que  la serie construye personajes llenos de matices, donde se detiene no sólo en la vida de cada una sino en cómo vivían antes de estar en la cárcel, siempre dejando algo más que contar para más tarde. Algunos personajes me han resultado especialmente divertidos, como la asesina antiabortista por casualidad, a quien hacen creer que tiene poderes; la trans bombera que roba para pagarse el tratamiento, o una Crazy Eyes que recita Sheakespeare impecablemente…

En suma, es una serie que puede suscitar sentimientos ambivalentes, por una parte nos confronta con el hambre y el deseo de las representaciones sexualizadas y generizadas de las mujeres en lugares de riesgo, como son las cárceles. Un deseo que señala una ausencia importante, al tiempo que una necesidad de nuevas representaciones sociales. Y, por otra parte, nos lleva a preguntarnos por las ausencias de los temas que habitualmente no se discuten, porque son incómodos. Orange is the new black es una comedia de situación que nos ofrece una oportunidad para hablar no sólo de lesbianismo o la sexualidad, sino también del racismo, el clasismo, la injusticia, o de la situación de las mujeres en las cárceles.

Para cerrar, pensemos que estamos sólo en la primera temporada… ¿Podremos ver un affair de una funcionaria con una presa? – el típico tema de las películas de lesbianas en cárceles… O ¿qué creéis que pasará entre Piper y su ex, Alex? ¿y con su novio? Espero que os pique la curiosidad como a mí y os apetezca seguir viendo la serie, para poder criticarla con gusto y a gusto.

Notas

(1) Sobre las lesbianas en los medios de comunicación ver: Platero, Raquel (2008). Las lesbianas en los medios de comunicación: madres, folclóricas y masculinas. Lesbianas. Discursos y representaciones, Raquel Platero (coord.). Barcelona: Melusina. 307-338.

(2) En inglés les llaman “snowclones” a estas frases donde se pueden cambiar algunas de las palabras de una frase, como un eslogan que da juego para introducir diferentes acepciones. “(Grey, orange, gay, black) is the new black”.

(3) Cis se usa para señalar a las personas que no son trans.

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