Folclóricas: heroínas de lo ilícito durante la represión franquista

Folclóricas: heroínas de lo ilícito durante la represión franquista

Aunque hoy arrastran el sambenito de casposas, pudieron vivir durante la dictadura con independencia económica y esquivando la mojigatería de la época

Texto: Mar Gallego
31/10/2013

“Taller de Pantojismo. Prácticas Performativas de Feminidad Folclórica. ¿Por qué no sacar un provecho estético de tanto arrebato drama queen? El pantojismo te permitirá reconciliarte con tu heroína de culebrón a través de la recreación paródica de lo peor que has hecho, que te hicieron o que en lo más recóndito de tus entrañas deseaste hacer […]”.

De esta forma se anunciaba uno de los talleres performativos sobre pantojismo de Itziar Ziga inspirado en la teatral puesta en escena con la que las folclóricas realizaban sus actuaciones y construyeron su poderosa imagen.

Sin embargo, ni la copla ni ellas mismas –a pesar de haber sido la música de la cultura popular durante más de tres décadas- lograron librarse de esa imagen de género casposo; ni quitarse el “sambenito” de ser la música oficial del régimen franquista.

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A pesar de todo, las folclóricas –término único que abrazó a las primeras estrellas del star system español- fueron las únicas mujeres que, durante el régimen, pudieron construir una identidad basada en una profesión que amaban: la de ser artista. Nadie pudo hacerles sombra en su género y en su profesión y ni sus propias parejas sentimentales –a pesar de la fama de la que gozaban algunas- pudieron colocarlas detrás de… como ocurría y ocurre con otros géneros musicales. Sus éxitos profesionales les permitió, a pesar de sus humildes orígenes, viajar por todo el mundo, conocer otras realidades, casarse y divorciarse y volverse a casar (a veces, con la misma persona), y lograr una inestimable independencia económica; esquivando, en todo momento, la mojigatería y la represión que pesaba entonces sobre las mujeres españolas y, mucho más en términos morales, sobre las andaluzas.

Foto de Amalia Molina

Foto de Amalia Molina

Los Cafés de Marineros, orígenes de las folclóricas

A finales del siglo XIX y principios del XX, los ambientes más cosmopolitas se daban cita en los llamados Cafés de Marineros o Cafés Cantantes. Fue en éstos donde aparecieron las primeras artistas que dieron origen a lo que luego serían las folclóricas. Raquel Meller o Pastora Imperio fueron algunas de las máximas representantes de géneros como el cuplé y la tonadilla (de ahí lo de “tonadillera”). La copla nació como híbrido entre estos géneros; y el flamenco y el pasodoble fueron sus primeros soportes musicales. La diferencia fundamental era que en la copla se exponía una historia con planteamiento, nudo y desenlace: de ahí la teatralidad y el hecho de que las folclóricas fueran también las protagonistas indiscutibles de la mayoría de producciones cinematográficas de la época. De hecho, la palabra “copla” tiene su origen latino en el término “copula” que significa “unión, lazo…”. En nuestros días sería algo así como una novela cantada.

Suspiros de España fue la primera canción considerada copla (1902) pero no fue hasta la llegada de la República (en los años 30) cuando la copla pasó a ser en el género musical indiscutible en España.

 

De derecha a izquierda: Imperio Argentina y Marlene Dietrichio-y-marlene

De derecha a izquierda: Imperio Argentina y Marlene Dietrich

República y copla. “Llegó la hora del Feminismo”

La Cantante, Clara Montes, declaró en un reportaje dedicado a la copla que “este género nació en la República y una de las grandes coplas fue Rocío, Rocío; considerada un himno para el bando republicano”. Las primeras letras de claros tintes políticos que se disfrazaban de parodia y folclore. El tema La Diputada, cantado por la sevillana Amalia Molina en 1932, es un claro ejemplo. Con afirmaciones como “llegó la hora de feminismo” o “¡viva el divorcio!”, la canción incluía incluso una referencia a la política Victoria Klent.

Rocío Jurado con una estética parecida a la Diana de V

Rocío Jurado con una estética parecida a la Diana de V

Durante la República, el genero afloró y se convirtió en el conductor de los sentires del pueblo con artistas como Concha Piquer (afín al régimen franquista) y Miguel de Molina (abiertamente republicano y gay) y, según las fuentes de la época, “paseador de una “libertad insultante”. Así, durante la guerra civil, mientras Miguel de Molina animaba con sus actuaciones a las tropas republicanas cantando La bien pagá; la Piquer lo hacía en el otro bando.

La copla era, entonces, un género necesario en la nueva España a la que el dictador Franco quiso darle forma. El régimen tomó a Concha Piquer y a otras folclóricas como Estrellita Castro o Antoñita Moreno bajo el fin de resignificar sus orígenes republicanos. Los temas sentimentales que cantaban las folclóricas (a pesar de ir en contra de las moral judeo-cristiana) pudieron quedarse durante el Régimen que no consideraba que lo personal –cantando por mujeres- fuera político.

De izquierda a derecha: Rafael de León, Concha Piquer y Quiroga

De izquierda a derecha: Rafael de León, Concha Piquer y Quiroga

Sin embargo, teniendo en cuenta la vuelta hacia el estricto binomio de géneros que impuso el Franquismo, los hombres sufrieron un exilio trágico en el género y cantantes como Miguel de Molina –amigo de Lorca- tuvieron que abandonar el país a punta de pistola. Tal expresión de sentimientos en los hombres era claro indicio de “homosexualidad” y las mujeres se convirtieron en las únicas artistas legítimas para su interpretación.

A pesar de ello, como en todo momento represivo, las cosas nunca son lo que parecen y las propias folclóricas trabajaron “en alianza” con letristas que pusieron en escena todos esos sentimientos frustrados de aquellos años (amores entre hombres e historias surgidas de los “bajos fondos” de los entornos más reputados y de la hipocresía más absoluta). Así, aquellos “hombres prohibidos” que tuvieron a su máximo representante en Miguel de Molina, se colaron en las gargantas de la copleras que fueron veneradas y admiradas desde los ambientes no heterosexuales. Los copleros que quisieron “mantener su virilidad” adaptaron el repertorio a las exigencias del momento con temas como El emigrante o Mi salamanca.

Ojos verdes. Esquivando a la censura

Pocas personas saben que el popular tema Ojos verdes fue originariamente una canción de amor de un hombre hacia otro hombre. El tema nació en 1931, en el Café de Oriente de Barcelona. Intervinieron en la creación Federico García Lorca, Miguel de Molina y Rafael de León, el responsable más directo de su letra. Luego, el tema se modificó dando lugar a una versión ortodoxa que fue interpretada por varias folclóricas. El tema en masculino nunca se llegó a grabar pero sí fue una vez interpretado en directo.

Así fueron los inicios creativos de las letras que se componían para la copla. Tras el final de la guerra civil, el Régimen fue la causa de muchos exilios. Sin embargo, Rafael de León –de orígenes aristocráticos, simpatizante republicano y gay- no quiso exiliarse. Siguió componiendo letras con temáticas basadas en los “bajos fondos” y –junto a Quintero y Quiroga- formó el equipo más importante de creaciones copleras con canciones que, según Rafael de Maura, las folclóricas contaban haciendo alusión a “las diferencias sociales, la privación de libertad, la suerte, el sexo prohibido y el marginado, la prostitución, la homosexualidad encubierta, el adulterio y los amores imposibles. En definitiva, la belleza de los ilícito y su caldo de cultivo en un clima represivo e intolerante”.

Cartel de Raquel Meller en Francia

Cartel de Raquel Meller en Francia

Así, las “mujeres perdidas” encontraron su voz en las folclóricas con ese toque lorquiano de León y de otros letristas con temas como La bien pagá, Yo soy esa, La loba, Y sin embargo te quiero, El clavel (se ha puesto tan encendío que está quemando mi piel…).

Otras, en épocas más contemporáneas, como María Jiménez o Rocío Jurado, pusieron en escena temáticas más atrevidas o desde una escenificación mucho más poderosa y sexual. Por ejemplo, María Jiménez con su Se acabó daba lugar a la imagen de una mujer que cogía sin temores el timón de su vida. Por su parte, Rocío Jurado le cantaba a un amor libre en Mi amante amigo o, simplemente, proclamaba la muerte del amor en Muera el amor. A su vez, la sexualidad de la que hacía gala en sus actuaciones se topó alguna que otra vez con la censura. La misma Jurado contó en vida la historia de esta actuación tras la que TVE decidió poner siempre un “chal de emergencia” en los camerinos debido a sus transparencias.

“Mamá, quiero ser artista”

En unas declaraciones realizadas por Concha Velasco, la actriz aseguraba que dijo eso de “mamá, quiero ser artista” porque quería ser cantante de copla. Afirmaba que las copleras habían sido su fuente de inspiración. Sin embargo, la mayoría de familias de la época se escandalizaban ante tales deseos ya que las mujeres folclóricas –si bien eran admiradas como artistas- no lo eran como “ejemplo de mujer”. En una sociedad en la que las mujeres podían dedicarse al matrimonio y poco más, la vida de las folclóricas era tabú para las que vivían en esos ambientes cargados de una moral estricta.

Así, ser artista o folclórica fue para muchas mujeres de la época el cumplimiento de su realización personal desde una profesión y no desde un concepto de mujer basado en la reproducción. De hecho, a excepción de algunas artistas, la mayoría era de orígenes muy humildes. Algunas incluso hicieron huelga de hambre para lograr sus propósitos artísticos: fue el caso de Gracia Montes y de Rocío Jurado que la mantuvo durante seis días; todo, para que sus familias les permitieran lanzarse al mundo del artisteo.

Una de las anécdotas al respecto fue lo que Estrellita Castro –madrina artística de Carmen Sevilla- le dijo a su padre para convencerle de que la dejara ser una de las bailarinas de su compañía. Cuentan que se dirigió a él con estas palabras: “Oiga usted, Padilla, que si su hija quiere ser puta es igual que esté encima de un escenario que detrás de un mostrador. Eso se lo digo yo a usted”. Y así fue como Carmen Sevilla empezó en el Teatro Calderón de Madrid.

Para la ideología moral de la época, la vida de las folclóricas no era más que eso: “vida de putas”; debido a sus divorcios, idas y venidas y de las libertades de las que gozaban; empezando por su independencia económica. Tal y como declaró en su día Concha Piquer, “si no gano dinero, no me divierto”.

De aquellas épocas en las que las folclóricas eran grandes estrellas a la actualidad, mucho ha llovido. Sin embargo, resulta curioso que hoy la copla siga siendo un lugar de encuentro de fusiones, de parodias y de transgresiones. Artistas como Martirio, Falete o Las Chirigóticas han sabido captar lo que este género tenía y tiene de subversivo y lo han llevado así en sus apuestas artísticas. Sus interpretaciones han devuelto el brillo a un género del que el Franquismo se apoderó para darle la vuelta y acallar, de paso, a un pueblo que vivía de ilusiones y que se daba esa pequeña concesión de sentir “lo ilícito”, o bien detrás del telón, o a través de las voces de las folclóricas.

Anecdotario de mujeres libres

Imposible resistirse a contar algunas anécdotas de estas artistas que, si se caracterizaban por algo, era por no tener pelos en la lengua. Aquí algunas de muchas:

El pipazo con la amiga. Una de las más comentadas siempre es La Faraona (Lola Flores), caracterizada por una sinceridad incombustible. El periodista Jesús Quintero dijo de ella que fue la persona más libre que conoció. Una vez, en una entrevista que le realizaron, le preguntaron si había tenido alguna experiencia sexual con otra mujer, a lo que ella contestó rápidamente, “¿quién no se ha dado un pipazo con una buena amiga?” Y se quedó tan pancha…

El encuentro entre Conchita Piquer y Rafael de León. “¿Usted es Conchita Piquer? Y yo le contesté: ¿Y usted es maricón? ¿Uy en qué lo ha notado usted? En la gorra”. Y allí comenzó su amistad y su colaboración artística.

Imperio argentina y su sombrerera. Impero Argentina fue una de las folclóricas que grabó películas en la Berlín de Hitler en versión alemana. Tras la noche de los cristales rotos en la que los nazis destrozaron todos los comercios de personas de origen judío, la artista fue a visitar a su sombrera (también judía) y descubrió el asesinato tanto de ella como de su marido. Aseguran que fue en ese instante cuando logró entender qué implicaba el nazismo y que se negó a rodar más películas para Hitler.

La retirada de Piquer. El 13 de enero de 1958, tras su actuación en Huelva, Concha Piquer de manera inesperada se dirigió a su público tras el concierto y les anunció: “Hoy han escuchado cantar por última vez a Conchita Piquer”. Esa actuación fue la última de su impresionante carrera. ¿La causa? Algunos problemas de garganta y el perfeccionismo de la artista que había declarado en alguna ocasión que a ella “nadie le pisaba el poncho” (nadie le haría sombra). Antes de que eso sucediera, decidió su retirada.

El “Visca Catalunya” de Estrellita Castro. En los años 40, en una actuación en Barcelona, Estrellita Castro fue detenida y llevada a prisión por gritar “Visca Catalunya” en el momento de los aplausos. Tras pagar la multa pertinente, logró salir de la celda. El Presidente de la Audiencia le comentó después que “eso no era delito” y que el grito separatista era “Visca Catalunya Lliure”.

FILMOGRAFÍA

Las cosas del querer. Inspirada en la vida de Miguel de Molina

La niña de tus ojos. Cuenta el momento histórico de rodaje de 7 películas en versión alemana y española en la Berlín nazi, fruto de una colaboración entre este gobierno y el franquista. Las folclóricas fueron las estrellas de las mismas. Imperio Argentina fue una de ellas y el propio Hitler le tiró los tejos durante el rodaje.

Bienvenido Mr. Marshall. En la época las películas se hacían para y por las folclóricas. Curiosamente, la de mayor éxito internacional fue Bienvenido Mr. Marshall en la que el papel de la folclórica no tenía apenas protagonismo. Lolita Sevilla fue quien la representó. La artista se llevó un gran disgusto al ver lo escueto de su guión y el poco glamour que, según ella, tenía su personaje en comparación con otras películas interpretadas por folclóricas.

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