La lucha contra las discriminaciones en Cuba: Un pasito pa´lante y un pasito pa´trás

La lucha contra las discriminaciones en Cuba: Un pasito pa´lante y un pasito pa´trás

Sandra Abd'Allah-Álvarez Ramírez describe las actitudes conservadoras que han emergido recientemente en espacios digitales cubanos ante iniciativas contra la violencia de género, el racismo y a favor de la diversidad sexual

15/07/2013
Negritud África

Pocas feministas cubanas blancas reconocen el problema racial dentro y fuera de un feminismo contado desde la blanquitud./ Sandra Abd´Allah-Álvarez Ramírez

Leyendo comentarios en blogs, sitios, y cuantos medios digitales atraen mi atención, he podido advertir las diferentes posiciones que desde Cuba, se asumen en temas como la diversidad sexual, la violencia de género y las relaciones raciales.

Por ejemplo, cuando ya pensábamos que teníamos ganado el debate a favor de la diversidad sexual, un medio oficial cubano publicó un artículo de opinión cargado de homofobia y pseudociencia.

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Lo que más me ha sorprendido es, en primera instancia, las múltiples conexiones posibles entre las ideas defendidas por quienes usualmente se reconocen a sí mismos como adversarios, de manera que se desdibujan las fronteras si estas alguna vez existieron, entre la derecha y la izquierda.

En Cuba, cuando una piensa que ya no hay una vuelta atrás y presume de cualquier vuelta de tuerca será hacia la izquierda, aparecen posiciones decimonónicas en el abordaje de ciertas temáticas, de manera que ya no sabemos si se trata de una cuestión puramente ideológica o simplemente política.

Una amiga me dijo en una ocasión que habían temas para los cuales esa distinción no era útil, pues la gente se posiciona más bien atendiendo a sus propios intereses, actitudes y según sus prejuicios.

No quisiera ser categórica, pero en la Cuba de ahorita, encontrada en esos comentarios en los espacios digitales, se dibujan posiciones conservadoras, tradicionales, muy alejadas al desarrollo social de nuestro país.

Violencia de género

El primer acontecimiento que llamó mi atención fue cuando un grupo de intelectuales cubanas intentamos visibilizar, a partir de un caso puntual, la violencia de género.

Muchas personas hicieron de esta su causa, sin embargo no dejó de sorprenderme como activistas por la diversidad sexual o los derechos sexuales, prefirieron pasar de largo ante la realidad que constituye la violencia machista contra la mujer.

Más allá de las razones individuales de cada quien, lo importante para mí fue notar cómo los problemas de las mujeres son cuestiones de segundo orden, supeditadas a cualquier otra. Entonces, la violencia contra ellas no es una razón suficiente para movilizarnos. Como consecuencia somos para mucha gente de derecha, de izquierda, de arriba y de abajo, ciudadanas de segunda. Es violencia simbólica, es el patriarcado, es la misoginia…

Diversidad sexual

Fui, hasta hace poco, parte del comité organizador de las jornadas contra la homofobia (donde colaboraban muchas personas e instituciones y no solo el CENESEX) y por tanto testigo de como gente de bien trabaja por mucho tiempo y por puro activismo, con el objetivo de que las personas sexo-diversas logren vivir y disfrutar de sus derechos, atendiendo a que la Constitución de la República declara la igualdad de todos los cubanos y cubanos.

Transexual Cuba

Foto: S.A.A.R.

El Proyecto Arcoiris, al cual pertenezco, se ha organizado desde ese mismo activismo pero de manera autónoma. En junio del 2012 realizamos una besada por la diversidad sexual, como manera de transgredir el paradigma heterosexista existente en la sociedad cubana. Asistieron personas de diversas procedencias, todas comprometidas con un futuro de derechos sociales, sexuales y reproductivos no solo para los heterosexuales. Realmente fue un día especial para quienes asistimos. Un logro más.

Pues cuando ya pensamos que tenemos ganado cierta parte del debate, entendiendo por ello que nos acercamos cada vez más a las soluciones dentro de la justicia social y la equidad que presupone un sistema donde el ser humano es lo más importante, un medio de prensa oficial presenta un artículo con referencias a conceptos ya desestimados dentro de las ciencias naturales y sociales.

En el artículo en cuestión, usted puede encontrar tanta pseudociencia y homofobia (incluida la preocupación ante el “estímulo desenfrenado a la homosexualidad”) que duda de su procedencia y puede llegar a considerar la colocación premeditada y alevosa en un medio que pertenece al único Partido que hay en Cuba; el cual, a partir de la discusión con el pueblo, consideró dentro de sus Lineamientos el respeto a la diversidad sexual y la identidad de género en la Isla. Sencillamente inexplicable, otro pasito pa´ atrás, diríamos en buen cubano.

Entre los comentarios a dicho artículo, se encontraron soluciones como realizar un referéndum nacional para establecer (o no) la posibilidad que parejas de un mismo sexo puedan ser reconocidas legalmente, como si los derechos humanos no fueran inherentes a todos los seres humanos y sin considerar que todos tenemos los mismos derechos humanos, sin discriminación alguna (valgan todas las supuestas redundancias).

Me preguntaba entonces si se ha hecho alguna vez en Cuba un plebiscito para aprobar por ejemplo la Ley de Seguridad Vial, la Tributaria o la de Maternidad. ¿Por qué entonces necesitan las personas reconocidas como heterosexuales decidir sobre la vida particular del resto de los cubanos y cubanas? ¿Es miedo? ¿Es enfermedad? ¿Es mala vibra? ¿Es homofobia?

Racismo

Cuando aquel texto de Roberto Zurbano salió en el New York Times (NYT), mucha gente salió a criticarle, y en muy contadas ocasiones se propició el debate, más bien la oleada de intervenciones proponía apalearlo, a la manera más primitiva posible.

En aquel entonces una amiga me preguntó, ¿qué es lo que no le perdonan a Zurbano: decir que hay racismo en Cuba; decirlo en el NYT; desde Cuba; por haberlo planteado siendo el director del Fondo editorial de Casa de las Américas; por ser un negro quien lo dice o por decirlo Zurbano?

En las críticas a Zurbano se vislumbraba el cuestionamiento de la validez del discurso de un negro acerca de su vivencia de discriminación racial.

Estoy segura de que las opciones anteriores no son excluyentes, o sea que en las duras críticas que se le hicieron a Zurbano (que no al texto, ojalá hubiesen trascendido el título para arribar a la discusión sobre la discriminación racial en Cuba) se cruzan más de una de las condiciones incluidas en la pregunta inicial. Sin embargo, la razón más recurrente en los comentarios, a veces explicita otras tácita, fue porque era negro.

El caso de los intelectuales que sobre el incidente y desde la Isla escribieron en contra de Zurbano saltó a la vista que las valoraciones emergieron del hecho de ser un negro dentro de la Revolución y con un cargo que escribe en un periódico del enemigo.

El punto de encuentro entre los comentarios dejados por lectores/as y los textos de esos intelectuales fue el cuestionamiento de la validez del discurso de un negro acerca de su vivencia de discriminación racial. La pertenencia racial de Roberto Zurbano matizó cada una de esas valoraciones de las cuales fue objeto, algo como que es menos legitimo hablar si se es objeto de la discriminación.

Me sigo preguntando que hubiese pasado si hubiese sido una persona blanca quien firmase el texto de marras. No obstante, en el momento en que vislumbré que había un subtexto a la hora de evaluar las palabras del Zurbano, y a propósito de los diversos debates en los que participé en aquellos días y los epítetos que allá se me endilgaron, declaré en mi bitácora:

Si una persona blanca habla de racismo:

1. Es solidaria
2. Es objetiva
3. Es una buena persona
4. Es antirracista

Si yo, mujer negra cubana, hablo de la discriminación racial:
1. Soy una malagradecida
2. Tengo una herida abierta
3. Me subvaloro
4.Soy una racista

Sobran las explicaciones. No obstante escribir esas breves líneas fue para mi un buen ejercicio terapéutico, una vuelta a mí misma, al tiempo que varias persona, de esas que no necesitan ser negras para reconocer al racismo en Cuba, lograron percatarse de cómo se nos cuestiona por el simple hecho de ser negros o negras activistas antirracistas. ¿Es miedo al negro? A ese negro que ya no pueden tildar de ¨atrasado¨, ¨haragán¨ o ¨marginal¨.

Las mujeres negras

Son contados los intelectuales varones, blancos y negros, que respaldan lo que están haciendo las cubanas afrodescendientes por visibilizar sus propias contribuciones a la historia y cultura.

Los mitos de la fragilidad femenina, la hipersexualidad de las mujeres negras o la creencia del ¨negro violador¨ han sobrevivido dentro de un paradigma feminista aún blanco.

El sexismo pulula por las intervenciones y decisiones; además son minoritarios los espacios abiertos para discutir el tema y proponer soluciones. La problemática de las mujeres negras en Cuba continua siendo de tercera, al cual se le antepone hasta el propio tema racial.

Si tenemos en cuenta cómo ha sido planteado dicho tema en la agenda de las diversas comisiones y organizaciones cubanas dedicadas a trabajar por la equidad racial, las mujeres negras han quedado históricamente al margen. Sin embargo, existe una excepción que confirma esa regla, es más, existen dos excepciones en mi opinión: la primera el grupo Afrocubanas, donde se privilegian la horizontalidad y el consenso, y el capítulo cubano de la Articulación Regional Afrodescendientes, donde las negras han sido decisivas. En ambas estructuras a las mujeres les ha tocado parir contenidos y maneras de hacer, por suerte para el resto de integrantes, y lo han sabido aprovechar sobremanera.

Pero también son pocas las feministas cubanas blancas que reconocen el problema racial dentro y fuera del feminismo. Se otorgan premios, se realizan jornadas y las negras quedamos sumidas en el etcétera.

Por otra parte, la historia del feminismo cubano está contado desde la blanquitud, a pesar de que varias intelectuales han revelado acontecimientos importantes en la historia y la cultura nacionales que tuvieron como protagonistas a las mujeres negras.

Pasé una maestría que, a pesar de tener un módulo acerca de las identidades y las subjetividades, aportó muy poco a la consideración de la pertenencia racial a la feminidad-masculinidad. Tampoco escuché hablar, dentro de aquel programa académico, de la existencia del feminismo negro.

He encontrado en contadas ocasiones al racismo como temática fundamental de algún evento organizado por las feministas académicas. Es aún insuficiente la deconstrucción del sistema de valores y creencias asociados a la identidad racial. Los mitos de la fragilidad femenina, la hipersexualidad de las mujeres negras o la creencia del ¨negro violador¨ han sobrevivido a un paradigma feminista aún blanco. ¿Es desidia? ¿Es desconocimiento? ¿Es la necesidad de homogeneizar el(los) feminismo(s)?

Lo peor es que en Cuba, a pesar del paradigma humanista que muchas personas siguen, los activismos no logran conectarse de manera coherente y definitiva: las mujeres andan por un lado, los gays por otro, los negros en sus asuntos. Vaya, que cada vianda del socorrido ajiaco de Fernando Ortiz se ablanda no solo cuando puede, sino también, y sobre todas las cosas, cuando quiere. Ceder una parte del poder que otorgan la masculinidad, la heteronormatividad, la blancura constituye aún un reto en la Cuba del siglo XXI.

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