“En el cine de la República llaman la atención esas mujeres que trabajan, que se divierten, que son libres”

“En el cine de la República llaman la atención esas mujeres que trabajan, que se divierten, que son libres”

Diego Galán dirige el documental 'Con la pata quebrada'; una crónica sentimental de la representación de las mujeres en el cine español del siglo XX

“Las mujeres en casa y con la pata quebrada”, fue la máxima ideológica y práctica del nacionalcatolicismo (1936-1975) que sometió a las mujeres a una feroz represión que afectaba a todos los aspectos de sus vidas. Con la pata quebrada (2013) es además un documental singular dirigido por el crítico cinematógráfico y amante profundo del cine español, Diego Galán (España, 20013). Un documental que recuerda, por la singularidad e importancia de su montaje, una de las claves de la propuesta, a Basilio Martín Patino, manipulador de imágenes y creador de significados por excelencia.

Con la pata quebrada construye, a partir del montaje de fragmentos de una selección de películas de la cinematografía española del siglo XX, una crónica sentimental de la representación de las mujeres en el cine español desde la época de la República, hasta la actualidad. Una propuesta ambiciosa que perfila a la perfección la época que va desde el cine republicano hasta el cine postfranquista, pero que difumina su análisis en la década de los noventa, por lo escaso de sus ejemplos en contraposición al resto de períodos, y porque ejemplifica de forma excesiva la representación de las feminidades modernas en alguna de las películas de Pedro Almódovar.

“Sobre todo, me gusta el cine español malo. Visto al cabo del tiempo va dando testimonio de lo ocurría. Seguramente no somos capaces de ver cómo nos van reflejando las películas actuales, porque las estamos viviendo”

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Tuvimos el placer de ver el documental en la 27 Muestra Internacional de Cine y Mujeres de Pamplona, tras su estreno en el Festival de Cannes, y de charlar con Diego Galán sobre cómo se gestó su documental, sobre la representación de los personajes femenino en el cine español, y sobre la recepción de la cinematografía a través de fragmentos.

¿De dónde surge la idea del proyecto? Supuso claramente un trabajo ingente de montaje. ¿Cuál fue el criterio para seleccionar los fragmentos?

Las ideas van naciendo solas. He trabajado en el cine español en las series ‘Memorias del cine español’ (TVE, 1975) y ‘Queridos cómicos’ (TVE, 1992). Me gusta mucho el cine español, y sobre todo me gusta el cine español malo. Me parece que, aunque no se refleje la realidad -porque no se refleja- las películas populares vistas al cabo del tiempo van dando testimonio de lo que va ocurriendo. Seguramente no somos capaces de ver cómo nos van reflejando las películas actuales, porque las estamos viviendo.

Sobre el criterio de selección, es caprichoso. Hay unas 8.000 películas en el cine español y en el documental hay 180. Muchas no las conozco, o no me acordé de ellas. Desde luego que mi documental no es una historia del cine español, no tiene nada que ver, no tiene ese afán de ser exhaustiva.

En el proceso de creación, a veces te ríes, pero esa risa te deja un sabor raro. Como el que te deja este país que ha sido tremendo y sigue siendo tremendo; incluso ahora que vamos hacia atrás en muchos aspectos, es menos divertido aún.

En el documental se observan de forma clara diversos prototipos de mujeres: la folcórica, la esposa santa y honesta y, la puta. ¿Existen en el cine español modelos más allá de los mencionados?

La madre sacrificada y la mujer engañada, aunque ese personaje es más de melodrama republicano y luego del melodrama hegemónico.

¿Has tenido algún problema a la hora de acceder a alguna de las películas?

Ninguna película se nos ha resistido. Ha habido alguna más complicada que otra, pero finalmente están las que queríamos que estuvieran. Sí que hay películas que se han resistido por su mal estado. Hay una película de la República, La hija de Juan Simón (José Luis Sáenz de Heredia, 1937) de la que hubo una versión posterior en el Franquismo (Gonzalo P. Delgrás, 1957) con Antonio Molina, y es curioso porque son dos películas antagónicas a pesar de basarse en la misma historia; una chica seducida de madre soltera. En la película de la República, Carmen Amaya le dice al señorito que le quiere meter mano en el tablao: “Yo soy dueña de mi cuerpo y hago con él lo que quiera”, todo ello en 1937. Y todo esto no se ha podido incluir porque la película es muy fea de plano. Por lo tanto, sí que ha habido problemas por la calidad de las cintas.

¿Qué destacas sobre las películas de la República, ese cine tan desconocido?

En el cine de la República, a pesar de que también haya películas de derechas, llaman la atención esas mujeres que trabajan, que se ríen, que se divierten, que en definitiva son libres. Cuando se acaba la guerra se dice,”hemos rescatado a las mujeres del trabajo para devolverla al hogar”. Y ahí se perdieron muchas conquistas y libertades, que se reconquistaron en la democracia. Y ahora se está dando una vuelta atrás, que no sé si llegará a repetir esa brutalidad de sacar a las mujeres del trabajo para devolverla al hogar.

¿Por qué Almodóvar como adalid o referente de la representación de otro modelo de mujer?

“En la versión de la República de ‘La hija Juan Simón’, Carmen Amaya le dice al señorito que le quiere meter mano en el tablao: “Yo soy dueña de mi cuerpo y hago con él lo que quiera”, todo ello en 1937”

Aparecen algunas películas de Almodóvar, pero algunas no tienen nada de adalid. Existen películas como por ejemplo Carne trémula (1997)  que está hecha para que el protagonista le dé una bofetada y le diga “no te vas a separar de mí”. Almodóvar es de los pocos directores que más se ha acercado al mundo femenino. Sus mejores películas son películas centradas en universos femeninos y en su particular manera de verlos.

Almodóvar tiene una importantísima e innegable carga de subversión con sus primeras  películas (Pepi, Luci Boom y otras cicas del montón (1980), Entre tinieblas (1983), Qué he hecho yo para merecer esto? (1984) pero a partir de Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988) asume una deriva melodramática de mujeres muy libres e independientes a nivel laboral, pero muy dependientes de lo romántico. ¿Cómo interpretas esta evolución?

Pero las películas sobre hombres están igualmente marcadas por lo mismo, por el amor. Películas de Fernando Trueba como Ópera prima (1979) son de hombres atormentados por la falta de una mujer, por la falta de compañía, por la falta de algún amor. Se reprocha que en películas de Almodóvar las mujeres estén pendientes del amor, por un hombre, cuando en las películas de hombres sucede exactamente lo mismo. No hay ninguna diferencia de raíz.

Has comentado que las películas dirigidas por mujeres no son feministas, sino que son no machistas, y aportas dos ejemplos en la década de los 60 de películas dirigidas por hombres como La tía Tula (Miguel Picazo, 1964) o Calle Mayor (Juan Antonio Bardem, 1956). En el caso del personaje de Tula, quizá exista un grado de subversión, ya que ella decide la soledad en lugar de emparejarse con ese cuñado que se le tiraba literalmente encima por las habitaciones de la casa. Elegir casarse con él hubiera sido lo más normativo….

Pero Tula no es libre, tiene una represión religiosa y social absolutamente brutal. De hecho hay una secuencia muy larga, cuando se despide, en la que se ve de forma clara que la última oportunidad de su vida se marcha con Ramiro.

Resulta curiosa la relación que se crea entre el cine español y su público. Esa idiosincrasia tan española la crea la sociedad, el cine la retroalimenta… ¿Cómo observas el fenómeno?

Van a la par. Cuando la gente iba al cine a ver películas, se le daba lo que quería ver. Por otra parte, también es cierto que las películas decían “somos así y usted viene o no viene”. Creo que todas las películas responden a la época, aunque no lo pretendan. Y son modas que se pasan porque la sociedad ha cambiado. El destape fue un hambre masculina por ver mujeres desnudas u oír chistes carcelarios. Aquellos títulos como Zorrita Martínez, Con las bragas en la mano, Las que empiezan a los quince años… Había habido una represión, de censura, de moral, y de pronto estalla con este sexo para hombres…

¿Es la comedia el género español por antonomasia?

La comedia y el melodrama, pero la comedia sí. Somos un país de sainete, de astracán, de exageración. Más que la comedia, el género cómico, el género bufo. Comedia también es El apartamento (Billy Wilder, 1960).

La voz en off que nos conduce y nos lleva por el documental es la del actor Carlos Hipólito, la voz de una serie de referencia  de recuperación de la memoria a través de la ficción, en este caso televisiva, como es Cuéntame (TVE). ¿Existe un interés consciente de apelar al imaginario ya compartido que implica escuchar esa voz?

Carlos Hipólito tiene una voz distinta, no tiene esa voz aniñada que tiene en Cuéntame. Todo el montaje previo fue con mi voz. Y nos acostumbramos a mi voz, pero yo no vocalizo. Carlos Hipólito tiene muy buena voz, es la voz más aseada del cine español, y tiene humor, y aquí hacía falta… Además, fuera de este país no existe esa relación entre la voz y la serie.

En el documental trabajas con fragmentos. ¿Las nuevas generaciones están más acostumbradas a ver el cine a través de fragmentos que en su totalidad como obra fílmica?

Ahora se ven muchos más fragmentos. Cuando alguien dice “me he bajado tal película”, no es cierto, no la vas a ver, la vas a picotear. De la televisión también picoteas.

Pero eso no tiene nada que ver con el cine, tiene que ver con la sociedad. De los periódicos lees los titulares….Vamos fragmentándonos, es la prisa, el abarcar mucho…

Trabajar con fragmentos es muy interesante, pero descontextualiza el marco y se pierde el referente de qué es una película y una obra concebida en su totalidad.

¿Se va a estrenar el documental a nivel comercial?

Sí en Madrid y Barcelona. No obstante, a pesar de tener dos productoras potentes, es una producción muy modesta. Esto lo hemos realizado tres personas.

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