Reflexiones transfeministas ante el sistema económico actual

Reflexiones transfeministas ante el sistema económico actual

Aurora Iturrioz se nutre de la economía feminista, el ecofeminismo y los aportes de la teoría queer para proponer estrategias que logren la transformación de las relaciones de clase

18/06/2013

Aurora Iturrioz

Desde la Economía Feminista, se plantean cuestiones esenciales respecto a las “necesidades reales”, o necesidades pensadas fuera del marco de los mecanismos de acumulación y maximización de beneficios capitalistas. Desde esta perspectiva, ponemos en el centro, la vida y su sostenimiento, entendemos la vida (humana), encarnada, es decir, somos cuerpos, cuerpos vulnerables e interdependientes.

Desde la ecología, es central tener en cuenta “la dependencia de la naturaleza. Somos parte de la naturaleza. Respiramos, nos alimentamos, excretamos y somos en la naturaleza”[1]

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El sistema económico actual se sustenta y se origina en el ejercicio de la violencia, explotación, y usurpación. Es, en si mismo, un atentado a la sostenibilidad de la vida. Su objetivo es el siguiente: que pequeñas elites acumulen capital, para obtener poder y ejercerlo sobre lxs demás, con el objetivo de acumular más capital, para obtener más poder, y así en este perverso circulo atentan contra los cuerpos y todo lo vivo. Los orígenes históricos del mismo, se basan en el ejercicio del sexismo, colonialismo y clasismo[2], de esta manera el sistema capitalista actual, ejerce una constate e histórica usurpación de los recursos de las estructuras colectivas y de la naturaleza que tenían y tienen como objeto sostener y reproducir la vida.Por tanto, podemos afirmar que el sistema económico que se denomina capitalista neoliberal, es desde su esencia, sexista, racista/colonialista, clasista y antiecológico.

Este sistema económico,  plantea una estructura social determinada, e irremediablemente lo acompaña de un paradigma ético social en el que todxs, en mayor o menor medida estamos atrapadas, porque forma parte del mecanismo con el que nos damos valor, es decir, atraviesa los mecanismos con los que construimos nuestra propia autoestima e identidad.

Como nos dirá Yayo Herrero[3], el sistema capitalista, se basa en una gravísima confusión, iguala precio a valor. De esta manera, todo lo que no tiene precio, no se valora. Un claro ejemplo de ello es todo el trabajo domestico y de cuidados que las mujeres hemos venido efectuando en el marco de la división sexual del trabajo. O el espolio de los ecosistemas, entendidos como recursos económicos gratuitos. No se paga, no se valora.

A la cuestión de la no valoración del los trabajos de cuidado y reproductivos, hay que sumarle, la absoluta invisibilización en la centralidad de los mismos en el mantenimiento y sostenimiento de la vida.  Es decir, no es solamente que no se remunere -y en términos de valoración capitalista- que no se valoren las tareas de cuidado, la cuestión es que se niega la importancia vertebradora, de estas tareas en lo que debería ser el objetivo social por antonomasia, es decir, la reproducción de cuerpos o “somatecas[4], y la resolución de las necesidades en marco de la interdependencia de las mismas.

El sistema económico actual, siguiendo con el concepto de confusión intencionada de precio igual a valor, mide el bienestar, en términos de incremento del PIB[5]. En esta medida, no se incluyen las tareas de reproducción que se dan en el marco de los hogares[6]. Por lo tanto, el índice agregado que el sistema económico actual usa para medir el bienestar, mide como aumento del bienestar, la producción de una empresa armamentística, o la producción de una empresa que contamina el río de su entorno, ya que  a dichas producciones se les asigna un precio, pero no, las tareas que gratuitamente los cuerpos designados mujeres, efectúan en el marco de las relaciones de poder sexistas en los hogares.

Se han efectuado múltiples estudios para cuantificar en términos monetarios, todo el trabajo gratuito de cuidados y feminizado, el resultado es que, si cuantificásemos dichas tareas, obtendríamos un valor estimado del 70% del PIB. Esta cifra muestra, por un lado espoleo económico que el actual sistema económico ejerce, sobre las tareas de cuidado feminizadas, y por otro la inivisibilización de  su centralidad y transcendencia en el sostenimiento social.

Estas cuestiones se enmarcan en unas relaciones globales de desigualdad en lo que a distribución de recursos y rentas se refiere en base a criterios anteriormente mencionados. Sin pretender efectuar un análisis amplio, de datos que reflejen estas desigualdades, solo a modo de pincelada, os propongo estos datos:

–          El 50% de la comida que se produce en el mundo, es destruida, no se consume.

–          Según los datos de la ONU, en el período 2010-12 el número de personas a las que denomina “subnutridas” ha sido de unos 870 millones. Esto representa el 12,5 % de la población mundial, una de cada ocho personas. Donde las personas de países del Sur y en concreto las mujeres, son las peor paradas

–          De las 18.600 personas contabilizadas en la CAE asalariadas sin contrato de trabajo (por lo tanto sin cotización a la Seguridad Social ni cobertura de desempleo).

–          Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) , las mujeres dedican 4:04 horas a tareas domésticas y familiares (mantenimiento del hogar, compras, cuidado de hijos/as y personas ascendientes) en un día promedio, lo que representa 2:15 horas más de lo que dedican los hombres al mismo trabajo (cuya dedicación solo ha aumentado 45 minutos en los últimos siete años).

–          Los datos sobre tributación del IRPF 2011 en Gipuzkoa, señalan que las mujeres declaran rentas un 40% más bajas que las de los hombres, y que en el 82,3% de las tributaciones conjuntas, son los hombres los que obtienen las rentas.

Es decir, desde la perspectiva de los cuidados, y la distribución de los recursos, podemos afirmar, que el sistema económico actual,  no es eficiente en términos de sostenibilidad de la vida, ni tampoco equitativo.

Desde la perspectiva ecológica cabe destacar, que el sistema económico actual, no es sostenible, y se encuentra translimitado. Entre muchísimas cuestiones que podríamos tratar aquí desde la perspectiva ecológica, trataremos la cuestión de la estructura energética. El sistema capitalista basa sus sistemas de producción y acumulación de capital, en una estructura de consumo de energías no renovables. Cabe destacar entre estas energías, el petróleo. Desde la ecología, se nos advierte de que hemos alcanzado el pico de petróleo, es decir, que cada barril de petróleo que se extrae no es reemplazable, esto es, cada año la producción de petróleo disminuye. Por lo que, el conflicto crecimiento ilimitado que plantea el sistema económico y limite de petróleo, como su base energética, plantea una cuestión sobre como va a darse esta reducción.

A este hecho hay que sumarle la cuestión de la huella ecológica. La huella ecológica es una medida que traduce a consumo de superficie y agua, la extracción de los recursos naturales que efectúa el sistema económico de un país (una región o una zona). Si todos los habitantes del mundo consumieran lo que un español medio, serían necesarios tres planetas como el actual; entre cinco y siete si se toma como patrón un norteamericano medio, y cuatro veces un ciudadano noruego.

Estas dos cuestiones, el limite del petróleo y la huella ecológica ( vuelvo a subrayar que, la cuestión ecológica recoge muchas más cuestiones), pone de manifiesto, que el sistema económico actual no puede darse en términos de universalidad, es decir, no es posible que este modelo sea practicado por toda la población mundial. Por lo tanto, nos ubica en la necesidad de crear otro modelo, con otras pautas de consumo y producción, en el caso de que nuestro objetivo sea distribuir equitativamente los recursos para toda la población del planeta.  Y además de esto, nos debe de activar una alerta, ya que, la disminución de la cantidad de petróleo, como máximo recurso energético, implica una reducción del consumo de petróleo per capital. Esta reducción se plantea desde una posición ecofascista, y desde un reparto de recursos en términos de justicia. Estas lecturas, nos dan un marco mucho más coherente de las ultimas guerras en el Golfo Pérsico, en la que no solo, se ha usurpado las reservas y producción de petróleo, sino que, se han efectuado daños estructúrales, en los que el consumo de renta per carpita de petróleo a pasado de 100 barriles anuales, a ni siquiera un barril anual.

Estas serian, de manera muy simple, las cuestiones relativas a la economía desde la perspectiva de la económica feminista y el ecofeminismo.

Una mirada transfeminista a las cuestiones económicas

 

En mi trayectoria política, he observado como la cuestión de la desencialización del sexo, en las categorías teóricas de análisis políticas, producía en ciertos espacios una ausencia de reconocimiento de las estructuras y mecanismos de las técnicas de poder, en relación a las categorías hombre y mujer, y su complejización en las categorías trans.

De esta cita, de un artículo de Betriz Preciado

“(…)habrá que esperar a la emergencia de la cultura dragking a mediados de los años 80 para que la masculinidad misma sea interpretada como una parodia, ciertamente de gran efectividad política en términos de producción de poder, pero al fin y al cabo, tan parodia como la más kitsch de las performances dragqueen.[7]

Me interesa mucho la cuestión que subyace en “ciertamente de gran efectividad política en términos de producción de poder”, ya que, de esta manera explicaba yo la posición corporal de poder que había que tomar cuando se performaba la masculinidad, en los talleres King que hacia cuando estaba en las Medeak. La posición que el cuerpo ocupa, la mirada, la forma de sentarse, la forma de estar en definitiva, tenia que ver con la posición de privilegio que supone, y que debe defender la masculinidad. En definitiva, para mi, los talleres King suponían una aprendizaje corporal, y la ocupación de un lugar, que era privilegiado, que me había sido vetado por diagnostico médico.Pero esta posición teórica-practica en talleres King, supuso en alguna ocasión algún debate con alguna compañera de grupo, ya que, se cuestionaba la relación genero masculino- producción de poder performativa.

Los aportes de la economía feminista, han ubicado, argumentado y resuelto, estos desacuerdos diría casi intuitivos. Podría citar otras lecturas, pero es esta cita de Silvia Federici, la que explica mejor que yo, tanto el marco de mis “desacuerdos” como por supuesto la solución a estas cuestiones:

En primer lugar, confirma que «la transición al capitalismo» es una cuestión primordial para la teoría femi­nista, ya que la redefinición de las tareas productivas y reproductivas y de las relaciones hombre-mujer en este periodo, que fue realizada con la máxima violencia e intervención estatal, no dejan dudas sobre el carác­ter construido de los roles sexuales en la sociedad capitalista. El análisis que aquí se propone nos permite trascender también la dicotomía entre «género» y «clase». Si es cierto que en la sociedad capitalista la identidadsexual se convirtió en el soporte específico de las funciones del trabajo, el género no debería ser considerado una realidad puramente cultural sino que debería ser tratado como una especificación de las relaciones de clase.Desde este punto de vista, los debates que han tenido lugar entre las feministas postmodernas acerca de la necesidad de deshacerse de las «mujeres» como categoría de análisis y definir al feminismo en térmi­nos puramente agonísticos, han estado mal orientados. Para decirlo de otra manera: si en la sociedad capitalista la «feminidad» se ha constituido como una función-trabajo que oculta la producción de la fuerza de traba­jo bajo la cobertura de un destino biológico, la «historia de las mujeres» es la «historia de las clases» y la pregunta que debemos hacernos es si se ha trascendido la división sexual del trabajo que ha producido ese concepto en particular. En caso de que la respuesta sea negativa (tal y como ocurre cuando consideramos la organización actual del trabajo reproductivo), entonces «mujeres» es una categoría de análisis legítima, y las actividades asociadas a la «reproducción» siguen siendo un terreno de lucha funda­mental para las mujeres —como lo eran para el movimiento feminista de los años setenta— y un nexo de unión con la historia de las brujas.[8]

De este impresionante párrafo, que ubica múltiples cuestiones, me parece interesante rescatar, en el marco del debate que nos ocupa las siguientes líneas “el género no debería ser considerado una realidad puramente cultural sino que debería ser tratado como una especificación de las relaciones de clase”.

Por lo que en primera instancia, reivindico la categoría mujer como marco de análisis desde una perspectiva transfeminista, por su connotación de clase.

Y en segundo término, señalo que los aportes de la teoría queer, (que como siempre nos recuerda MariaJoseBelbel, es un instrumento o categoría de análisis crítico en el marco del feminismo, o de los feminismos, o de las teorías feministas) nos posibilitan plantear un marco para la  transformación total de estas relaciones de clase que se dan en torno a categorías de género-sexo, ya que estas, pueden ser deconstruidas y dinamitadas totalmente.

Otras de las cuestiones que me interesa, es como se interrelaciona la categoría bollera, con estas relaciones clase, genero y sexualidad, ya que, por un lado esta incluida en las cuestiones de clase mujer estructurales del sistema económico, pero por otro lado, huye de la estructura de la DST, ya que esta se da en el marco heterosexista. ¿Son por tanto las relaciones bolleras, una alternativa a la distribución equitativa, o a la negociación entre iguales, en el marco de las relaciones económicas que se dan en el marco de los hogares?

Los hogares son una unidad de reflexión económica, en ellos se absorben todas aquellas cuestiones que el capitalismo no resuelve en calidad de sistema económico. Es decir, en los hogares se resuelven las cuestiones de cuidado, de redistribución de rentas, de transformación de las unidades económicas en sostenimiento y reproducción de la vida (humana)[9]; pero estas cuestiones se efectúan en el marco de las relaciones de poder heterosexistas y por tanto bajo la DST. Por lo tanto, cabe preguntarnos, o tal vez, reivindicar, no lo se, es una cuestión para el debate, que los hogares bolleros, efectúan estas cuestiones de sostenimiento de la vida y redistribución en el marco de la negociación entre iguales, o por lo menos, no en un marco de poder predeterminado estructuralmente.

¿Que clases de hogares construimos las bolleras? Y cuando uso la palabra hogares, me refiero a estructuras en las que resolvemos las cuestiones de interdependencia y cuidados,  fuera del marco de la familia heterosexista y que el sistema económico no resuelve.

Respecto a estas cuestiones, el marco esta totalmente abierto al debate. ¿Transcendemos las bolleras la atomización que el sistema capitalista promueve, por miedo a la fuerza cuestionadora colectiva en el marco de las interdependencias y el cuidado?, ¿tiene sentido lanzar esta pregunta?, es decir, ¿somos las bolleras una categoría de análisis económica que tenga sentido en el marco de clase económica?

Estrategias transfeministas, bolleras y anticapitalistas

 

Para este apartado, rescato puntos de partida, o cuestiones, que tanto la economía feminista y el ecofeminismo han señalado.

En primera instancia, frente a los objetivos del sistema económico actual, la económica feminista pone en el centro las sostenibilidad de la vida, entendida esta como vulnerable e interdependiente.

En este sentido planteamos el concepto de “buen vivir” como objetivo colectivo, y plantemos un debate democrático radical sobre que es el buen vivir. Es decir, habría que analizar cuales son las necesidades reales para un buen vivir, fuera de las pautas de consumo capitalistas, y al mismo tiempo entendiendo la diversidad de realidades en el marco de el “buen vivir”

El buen vivir debe ser universal, no es viable que el buen vivir de unxs se sustente en la explotación y usurpación de lxsotrox. Esta conceptualización debe darse en el marco del respeto a la diversidad y las elecciones individuales.

Es necesario, detraer recursos de los mecanismos de acumulación del sistema económico para ponerlos al servicio del sostenimiento de la vida y la interdependencia humana. Estas cuestiones son una responsabilidad colectiva.

Desde el marco del ecofeminismo, es importante señalar. Que el modelo económico actual, no es sostenible ni viable. Es decir, no es solo una cuestión de cuidados y sostenibilidad de la vida humana. Es una cuestión de sostenibilidad de la vida en un sentido holístico, y por tanto, es necesario plantearnos cuestiones como el decrecimiento, los consumos energéticos, la soberanía alimenticia.

Este es el marco, en el que, los aportes transfeministas y bolleros deben darse.

No me detendré mas, en este apartado, porque entiendo, que esta es la parte que debemos construir entre todas en los debates de las Topaketas, enumeraré alguna estrategias actuales, y sería interesante enmarcarlas desde una perspectiva bollera: las redes de trueque, los bancos del tiempo, las cooperativas alimenticias y sociales, los fondos de resistencia, entre otras.

Y para terminar, subrayar que la estrategia más relevante, es el activismo político, desde los colectivos, participando desde los grupos, como individuas, es la alternativa real y necesaria para detonar el sistema heterocapitalista,  ecofascista, colonial. Por lo que, independientemente de las reflexiones que tengan lugar en los encuentros, me atrevo a afirmar a priori, que estaremos de acuerdo en esta cuestión.


[1] Yayo Herrero. http://www.rebelion.org/noticias/2012/5/148835.pdf

[2]Sobre estas cuestiones es imprescindible la lectura de El Calibán y La Bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria. Silvia Federici. Ed.Traficantes de Sueños 2010.

[3]Yayo Herrero, entre otras muchas cosas, feminista y Co-coordinadora estatal de Ecologistas en Acción.

[4]El concepto somateca, pertenece o es una propuesta de Beatriz Preciado, que fue expuesto en las Jornadas, Cuerpo Impropio. Guia de modelos somapoliticos y de sus posibles usos desviados. UNIA Arteypensamiento. Sevilla. 2011. Lo que aquí intentare explicar al respecto, es una interpretación, de lo que allí se expuso, por lo que no pretendo ser literal. Este concepto pretende  ser un instrumento de análisis, que nos define o comprende como entidades en los que tiene lugar  la somatización que producen los diferentes regímenes (soberano, biopolitico y farmacopornografico) y sus técnicas de poder. Es una manera de enfatizar el carácter construido y de ficción de la palabra cuerpo, ya que la propia concepción del mismo, esta relacionado con la construcción histórica cultural.

[5]Producto Interior Bruto, es una medida macroeconómica que recoge la producción total de un país en unidades monetarias en un periodo de tiempo.

[6]Supongo aquí una División Sexual del Trabajo tradicional, en el que el esquema espacio privado: trabajo reproductivo: trabajo gratuito; versus espacio publico: trabajo productivo: trabajo remunerado se da totalmente. En la actualidad el concepto DST ha cambiado mucho en el marco espacial y también en las cuestiones de remuneración. A este respecto recomiendo, “La Economía: De Iceberg, Trabajos E (In)Visibilidades. Amaia Perez Orozco. Laboratorio Feminista. Transformaciones del trabajo desde una perspectiva feminista:Producción, reproducción, deseo, consumo. Tierradenadie ediciones. 2006”

[7]Género y performance. 3 episodios de un cybermanga feminista queertrans…

Beatriz Preciado. Zehar. (Revista de Arteleku) Nº54. 2004. Pag 20-27.

[8]El Calibán y La Bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria. Silvia Federici. Ed.Traficantes de Sueños 2010. Pag 27.

[9]En el marco de los hogares, y desde la realidad postcolonial del sistema económico , es imperativo mencionar  la cuestión de la cadena global de cuidados, es decir, la importación de mujeres de países empobrecidos, que vienen a compensar la carencia de corresponsabilidad de los hogares de lo países enriquecidos. Solventando así la crisis de cuidados que produce la inserción de las mujeres en el mercado laboral, en ausencia de una corresponsabilidad colectiva de la cuestión de los cuidados. Las relaciones de clase que se dan en marco de la cadena global de cuidados, son muy interesantes en el marco del debate genero y clase.

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