Feminidades punk como nos da la gana

Feminidades punk como nos da la gana

Como subversivo y contracultural, el punk está liberado de muchos mandatos y, cada vez más, de los de género. Nagore García (Bilbao, 1984), licenciada en Psicología y máster en 'Estudios de Mujeres, Género y Ciudadanía', ha llevado a cabo una investigación con perspectiva feminista sobre el movimiento punk en Barcelona, en donde reside actualmente.

Texto: Itziar Abad
Fotógrafa: Bárbara Haye

Fotógrafa: Bárbara Haye

¿Se reproducen en el punk patrones sexistas?

Sí, de maneras muy diversas y más o menos solapadamente, desde situaciones sutiles como comentarios, chistes machistas y actitudes sobreprotectoras o paternalistas, a otras más complejas y de peso relacionadas, por ejemplo, con cómo y con quién toma las decisiones. Aún hoy en día, las mujeres lo tienen mucho más difícil para acceder al punk y yo flipo porque es algo que se pone en duda. Había un tío listo por ahí diciendo que a nosotras no nos ponen una pistola en la cabeza para impedirnos tocar la guitarra… Si limitas todo a unas características personales que se reducen a que eres muy tímida, lo despolitizas y te cargas todo un sistema simbólico y material que discrimina. De todas formas, tengo que decir que no es tan paradójico que el punk reproduzca normas de género, si tenemos en cuenta que no busca acabar con ellas, sino que en principio ha incorporado más bien el tema de clas

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¿Y es incompatible?

Para nada, lo que ocurre es que se tiende a pensar en la lucha de clases de manera tradicional y anclada, sin incorporar el enfoque de género. Para muchas de nosotras eso es un error, porque entendemos que el capitalismo y el patriarcado funcionan de manera simultánea.

¿Hay que llevar pintas para ser una chica punk?

No, personalmente creo que el tema estético no juega un papel tan importante, aunque a veces da la sensación de que una chica que va vestida con muchas pintas, falditas y no sé qué y que, encima, es guapa cuenta de partida con poca autoridad. Por el contrario, cuanto menos se adecue al estereotipo de belleza, mayor parte de legitimidad tiene ganada. Yo lo relaciono con el estigma puta del que habla Itziar Ziga.

¿Con el estigma puta?

Utilizo la groupie como paralelismo a la puta porque ella también busca tener relaciones o encuentros sexuales, en este caso con músicos. Me refiero a que, en el fondo, hay una especie de miedo a la groupie que nos hace huir y tener que demostrar continuamente que estamos en el punk porque nos gusta y no porque queremos tirarnos a tal o a cuál. Esa fobia está alimentada tanto por los tíos como por las propias mujeres, que perpetuamos así el patriarcado o somos cómplices de él.

En este caso, sororidad poca…

Con motivo del 8 de Marzo del año pasado, Silvia González, del programa de radio sobre punk ‘Colores de Guerra’, que se emite los jueves en Contrabanda FM, una radio libre autogestionada de Barcelona, nos invitó a Nalle, responsable del sello independiente Hysterical Records, y a mí para hablar sobre las mujeres en el punk. Las tres mostramos nuestra preocupación por la competitividad que existe entre nosotras; no solo nos cuestionan los tíos, sino que también lo hacen las tías, aunque el mecanismo sea diferente. Una de las narrativas que utilicé en mi investigación cuenta cómo algunas chicas que están en el punk han tenido que pasar tanta mierda para demostrar que valen, que no están por la labor de facilitarle las cosas a la pringada que llega nueva. Así, las mujeres también empiezan a funcionar como esa policía de género. Las Otras, un grupo punk feminista de aquí de Barna, tienen una canción al respecto: Rivales.

¿La desigualdad de género es la única que se reproduce dentro del punk?

No y eso tiene que ver con que, en el fondo, en el punk también funcionan las jerarquías y las relaciones de poder. No todo el mundo tiene la misma legitimidad para hacer o decir ciertas cosas, algunas personas tienen más autoridad que otras. Esas relaciones de poder están ahí, pero son invisibles e informales y, por eso, a lo mejor también más peligrosas.

“Que una chica se suba al escenario y muestre actitud muy sexualizada tiene esa parte de empoderamiento y de apropiación de cuestiones que antes han servido para discriminarnos”

Subrayas en tu investigación que las mujeres que están en el punk han desarrollado ciertas estrategias de resistencia contra las imposiciones patriarcales. ¿Cuáles son?

Las entiendo al estilo de Foucault; no necesariamente como estrategias políticas y voluntarias. Una de ellas tiene que ver con cómo las chicas, ante el cuestionamiento permanente que señalábamos antes, responden esforzándose más, reforzando su autenticidad o adoptando roles y actitudes más duras para demostrar que se alejan de ese rol pasivo, frágil y superfluo asociado a la feminidad que no tiene que ver absolutamente nada con el punk. Otra estrategia es la reapropiación, que viene a decir: no me gusta la feminidad que la sociedad me impone, pero tampoco la que me estás imponiendo tú, hombre punk. Por eso voy a vivir mi feminidad punk como a mí me dé la gana. Entonces, esa sexualidad femenina arrebatada se pone literalmente en escena. Hay mujeres que se suben al escenario con actitudes brutales, súper empoderadas, tanto que flipas y dices: ¡¡¡joder; ninguno de estos machitos te pone los pelos así de punta!!!

¡Uau!

Que una chica se suba al escenario, se quite la camiseta y empiece a mostrar una actitud muy sexualizada tiene esa parte de empoderamiento y de apropiación de cuestiones que antes han servido para discriminarnos. Es una transgresión brutal que revienta muchas cabezas.

¿Y así lo interpreta la audiencia?

Creo que no necesariamente lo va a entender como algo positivo o transgresor. Muchas veces sucede lo contrario y existe el peligro de que lo que se queda sea la idea de mujer objeto, de tía buenorra en tetas, un fetiche, un cacho de carne una vez más. Esto no quiere decir que tengamos que evitar mostrar actitudes sexualizadas, sino que no podemos descontextualizar una práctica así. No es lo mismo hacer una performance en los circuitos en los que suele actuar Diana J. Torres a hacerlo en otros en donde prácticamente todos son tíos, heterosexuales y con otro tipo de discursos y de ideología, al menos en lo que a las cuestiones de género se refiere.

Decías antes que las estrategias de resistencia de las mujeres no son siempre pensadas. ¿En qué consiste la estrategia que sí es consciente y que responde a un compromiso abierto contra la opresión de género?

Es la del empoderamiento, tanto individual como colectivo. El primero tiene que ver con cómo el punk sirve de vía escape, de espacio de crecimiento personal que permite cosas que otras culturas más hegemónicas  niegan. Por su ética en contra el profesionalismo, en el punk no es necesario tener muchos recursos económicos o unos conocimientos de la hostia para dibujar, escribir, montar una banda, publicar, etc. Basta con ponerse manos a la obra para hacer cualquier cosa que quieras. El empoderamiento colectivo, por su parte, significa romper esa rivalidad entre mujeres y reconocerse como posibles aliadas. Las que lo ponen en práctica lo han cogido del feminismo, obviamente, y lo han trasladado al punk.

Nómbranos algunas experiencias de punk feminista que existan en la actualidad.

Está la banda Las Otras, el fanzine Abulia, el grupo de Facebook de Core Tres, el Festival Furor Uterí, en Valencia, el Femme Soroll, en Barna, el blog Fusa Activa… Hace poco estaba también el fanzine Clitocore, que era más hardcore. Por otro lado, gente de Barcelona tradujo el documental From the back of the room, de Amy Oden, que recoge más de 30 entrevistas a mujeres de grupos de punk de Estados Unidos, y lo está proyectando por aquí. Todas estas experiencias van más allá de la visibilización de las mujeres y buscan poner sobre la mesa un mínimo de reflexión y de debate acerca de su participación en el punk.

¿Algún evento cercano?

¡Y tú ke miras gilipollas?! anda preparando un especial de punk femenino para junio!

Para terminar, una pregunta manida: ¿qué es para ti el punk?

Una de las participantes en la investigación me dijo algo que me gustó: que el punk es, de alguna manera, una utopía porque supone trabajar por algo que nunca llega, porque significa esa búsqueda de hacer las cosas de una manera diferente, al margen de la cultura hegemónica. Hay gente que habla de una forma de vida, de una ideología o de una contracultura. Yo le encuentro mucho sentido vinculado a otros movimientos, como el anarquismo, el feminismo… Para mí el punk no es una cultura juvenil, como lo han definido muchas veces en la academia ni, desde luego, una colección de discos. Puedes escuchar mucho punk, un punk de la hostia, saber sobre un montón de grupos y ser una punkipedia, pero si tus valores en el fondo son una mierda, ¿qué has ganado con todo esto? Pasarán 10 años y de aquella aprendiste a tocar la batería…

En pocas palabras

 

Lo sugerente: ¡¡¡punk feminista!!!
Lo deserotizante:
neomachismos encubiertos
Lo pendiente:
montar una banda 
Un éxito:
conocer gente como vosotras
Algo como para tirar la toalla:
¡mejor no tirarla!
Una feminista:
¿solo una? Hay muchas; anónimas, de aquí y de allá, de andar por casa o de gritar en la calle…
Una época:
esta misma
Un lugar en el mundo:
Ningún Lugar

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