Parchis de sábado noche

Parchis de sábado noche

Matilde Roman

Desde que en casa hemos vuelto a ser cinco…qué digo cinco, siete porque hay dos niños incluídos en la reagrupación familiar….la vida aprieta, a veces ahoga pero a veces también da alegrías inesperadas.

El primero en volver fué Santi, con los ojos grises de pena como su pelo. Mala su experiencia en el caribe…no todo […]

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19/02/2013

Matilde Roman

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Desde que en casa hemos vuelto a ser cinco…qué digo cinco, siete porque hay dos niños incluídos en la reagrupación familiar….la vida aprieta, a veces ahoga pero a veces también da alegrías inesperadas.

El primero en volver fué Santi, con los ojos grises de pena como su pelo. Mala su experiencia en el caribe…no todo es salsa y mojito mi amol, volvió con su hijo que se llama Clinton Iker….ya se sabe, nunca podría llamarse Pepe como mi padre..pero es un crío sonriente, callado, trabajador y silencioso que no da un ruido. Se mueve por la casa como un puma…quizás como lo hacían sus ancestros y procura no molestar porque no quiere más cambios en su corta vida de seis años morenos. Clinton es una ternura inesperada, tiene una cortesía que se agradece, cuando te ve en pijama los domingos….te da un abrazo enorme y te dice “Dios me la bendiga mi bella tía”..esto que no sabe una ni cómo tomar, dada mi edad y mi sobrepeso, me produce una dulzura inusual y le doy dos sonoros besos en sus mejillas bruñidas, relucientes.

Luego volvió mi hermana Elizabeth, mi madre la puso como la Taylor pero no contó con que nunca le gustaría Richard Burton….se hizo una inseminación cuando vivía con una aparejadora hace un año. El amor se acabó cuando llegó el desempleo…la aparejadora emigró a Munich y Elizabeth, Eli para todos, tuvo a una niña preciosa que ha llenado la casa de dodotis de oferta, biberones de los chinos, y llanto de Moratalaz genuino a todo pulmón a medianoche a veces. Se llama Nora, como la heroína de Ibsen..es una muñeca y yo me la como a besos….otra alegría no esperada.

En las noches en que Nora tiene sus malos momentos, Santi se levanta antes y hace un café, estos desayunos al amanecer con mi guapo hermano con ese cuerpo de gimnasio y esos ojos verdes como Manu Tenorio…me hacen feliz. He recuperado las charlas con mi hermano. Nos peleamos a ver quien entra primero a ducharse, como cuando eramos adolescentes…..pero mi padre sigue teniendo la rara habilidad de coger el primer turno, como ha hecho siempre.

Yo trabajo de cajera en un hiper del barrio, no he vuelto a casa, nunca me ido, la vida no es el HOLA donde las gordas son espléndidas y se visten con ropa cara de talla grande. Yo soy una mujer gordita, de 46 años que devoro novelas de historia y me estoy sacando cuarto de la ESO en una academia. No es un drama, no se muere nadie por no tener una relación como se dice ahora. Mis 900 euros, el subsidio de paro de mi hermano y la pensión alimentencia de Nora más la jubilación de mi padre son nuestros ingresos. Y vamos tirando.

Sería muy aventurado decir que hasta puede que a ratos seamos felices.

Sobre todo , en las partidas de parchís del sábado por la noche. Cómo no hay dinero para salir..papá tira de Larios y con cocacola de Mercadona , a 1,20 esta semana la segunda unidad, hacemos cubatas, nos chispamos, nos comemos las fichas y nos reímos. Mamá termina bailando por María Jiménez y estas sesiones de parchis de sábado noche son un momento de bálsamo entre tanta angustia.

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