Cuando el espejo de Venus reflejó a la sufragista

Cuando el espejo de Venus reflejó a la sufragista

Hace 99 años, la activista Mary Richardson rasgó el famoso lienzo de Velázquez. El suceso dio la vuelta al mundo como una acción aislada de una feminista loca, obviando las causas y detonantes de la radicalización de la lucha por el voto femenino

Texto: Mar Gallego

El cuadro de Velázquez, rasgado por Richardson

Miércoles, 11 de Marzo de 1914. The Times publica información bajo el siguiente titular: “Atropello a la National Gallery. La Venus del Espejo. Sufragista presa en el Tribunal”. Tras éste, y bajo un encabezado que expone: “Magnitud de los daños”, el artículo hace una extensa reproducción de los hechos en la que la imagen del cuadro de Velázquez recibe el tratamiento de una mujer de carne y hueso con expresiones como “fue mutilada” (by la sufragista) y descripciones propias de un intento de asesinato: “El golpe más grave fue una herida cruel en el cuello”.

La opinión pública interpretó que era una feminista radical loca que no toleraba los desnudos femeninos, pero Richardson declaró que destruir la imagen de la mujer más bella de la mitología era su forma de protestar contra la persecución del Gobierno hacia la activista Ms. Pankhurst, “el personaje más bello de la historia moderna

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La protagonista del suceso -y responsable de generar un antes y un después en las políticas de seguridad de los museos británicos-, fue la periodista, sufragista y afiliada a la Women´s Social and Political Union (WSPU), Mary Raleigh Richardson (1889-1961) quien había encabezado ya varias protestas impactantes. Hay que enmarcar los hechos dentro de la decisión del grupo de las suffragettes (como se las llamaba de forma despectiva y como se llamaban ellas de forma reivindicativa) de radicalizar la militancia y, por ende, las acciones de protesta ante la falta de efectividad que habían demostrado tener las políticas normativas en la búsqueda de legalizar el voto femenino.

Así, el 10 de marzo de 1914, Richardson (a quien rebautizaron en la época como Slasher Mary, María la Acuchilladora) entró en la National Gallery y, cuchillo en mano, rasgó decidida el lienzo de Velázquez: siete cortes limpios que no impidieron que el cuadro se recuperara a posteriori.

Fue condenada al máximo de pena contemplado por la “destrucción de una obra de arte”: seis meses de prisión. La acción fue recogida desde la opinión pública como un rechazo y aversión de una feminista radical que tachaba de intolerables los desnudos femeninos: los dirigentes pretendían transmitir la idea de que la protesta no era más que un hecho aislado de una loca eventual. Sin embargo, los motivos profundos del hecho se sustentaban en unas razones claras que desembocaron en acciones nada aisladas.

Emmeline Pankhurst, “la más notable agitadora social y política”

En una declaración realizada por Richardson a la WSPU, ésta afirmó: “He tratado de destruir la imagen de la mujer más bella en la historia mitológica como protesta contra el Gobierno de la destrucción de la señora Pankhurst, que es el personaje más bello de la historia moderna. La justicia también es un elemento de belleza al igual que el color y el contorno sobre el lienzo. Mrs. Pankhurst busca obtener justicia para la mujer y, por esto, están siendo lentamente asesinada por un gobierno de políticos Iscariote. Si hay clamor en contra de mi escritura, que cada uno recuerde que tal protesta es una hipocresía si éstos siguen permitiendo la destrucción de la señora Pankhurst y otras mujeres hermosas de la vida […]”.

Su compañera de batalla, Emmeline Pankhurst, había sido detenida el día anterior a la acción de protesta.

Al pasar a la acción, las suffragettes pasaron a ser estereotipadas no como agredidas sino como agresoras. Ellas se mostraban cómodas ante la idea de ir a prisión si aquello implicaba visibilización. Pankhurst se declaraba dispuesta: “Oh, sí, absolutamente. No sería tan terrible, ya sabes, y sería una experiencia valiosa”

Emmeline Pankhurst (1858-1928). “La más notable agitadora política y social de la primera parte del siglo XX”. “El personaje más bello de la historia moderna”.

De la primera forma la definió The New York Herald Tribune tras su muerte y, de la segunda, su compañera Mary Richardson. La biografía de Emmeline Pankhurst es imposible de rescatar en poco espacio y está llena de auto-biografías, contra-biografías y sucesos que, por muy extraños que nos parezcan, hacen que acercarse a su figura y entender sus razones sea una tarea apasionante.

Pankhurst fue, sin duda, una de las lideresas más difíciles de callar en el camino a la campaña hacia el derecho al voto electoral de las mujeres: el hueso más duro de roer para los asentados políticos británicos. Si por algo se la puede caracterizar es por no haber vacilado ni un segundo ante las estrategias que consideraba oportunas en cada momento (aunque supusiera no llegar a consenso a veces). Tan persistente era que incluso cambió su fecha de nacimiento para que coincidiera con el Asalto de las mujeres a la Bastilla. Su empeñó fue tal que la mayoría de biografías acabaron optando por la fecha que ella eligió y con la que se sentía identificada, en vez de citar la que constaba en su partida de nacimiento.

Richardson rasgó el cuadro como protesta ante la detención de Pankhurst el día anterior

Fundadora de la WSPU, organización que se dedicaba según ella misma “a los hechos, no a las palabras”, la sufragista provenía de una extensa familia militante a la que, luego se unirían sus hijas, quienes fueron a su vez importantes lideresas de la causa sufragista.

Con tan solo ocho años, esta devoradora de libros ya sabía lo que era trabajar desde el movimiento sufragista. Sin embargo, su trayectoria política no se reduce a esta causa y su “currículum” señala constantes cambios de opinión seguidos de cambios de partidos; algunos incluso rechazaron su presencia (por razón de sexo) en la toma de decisiones. Esto implicó también que el movimiento de la Unión fuera exclusivo de mujeres.

Si algo consiguió la WSPU fue llevar la voz feminista al centro de la noticia. Tanto, que sus acciones han trascendido a la Historia casi como una definición estereotípica del movimiento feminista en general: “feministas radicales”. Las suffragettes pasaron de ser “las agredidas” a “las agresoras” y se mostraban “cómodas” ante la idea de ir a prisión si aquello implicaba visibilización. Así, tras se preguntada por un periodista acerca de si estaría dispuesta a ser encarcelada, ni corta ni perezosa Pankhurst contestó: “Oh, sí, absolutamente. No sería tan terrible, ya sabes, y sería una experiencia valiosa”.

El punto de inflexión en la acciones tomadas por la organización llegó el 21 de junio de 1908, cuando 500.000 activistas se reunieron en Hyde Park para exigir el voto para las mujeres. Los líderes parlamentarios respondieron una vez más con indiferencia y la WSPU, decide ir un paso más allá en la protesta. Acciones espectaculares como el Viernes negro, el asalto al Ministerio del Interior y los incendios provocados en mansiones y campos de golf masculinos, se convirtieron en el sello constante de las suffragettes para conseguir sus derechos. Una de las acciones más conocidas de la Unión fue cuando Emily Davison saltó delante del caballo del rey en el Derby Epsom en 1913, falleciendo poco después.

No es hasta 1918 que se concedió el derecho a votar a las mujeres en Gran Bretaña. Eso sí, únicamente para mayores de 30 años y con algunas restricciones.

Actualmente, espacios tan contemporáneas y virales como la Wikipedia sitúan la acción realizada contra la Venus dentro de un epígrafe genérico y rotundo: “Vandalismo”. Parece que lo de negar derechos, todavía, está muy lejos de colocarse debajo de definiciones como ésa.

Para saber más:

Documental “Les suffragettes en Anleterre: la lutte pour le droit de vote”

Otras transgresoras “tras la Venus”

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