La hermana de Shakespeare escribía novelas

La hermana de Shakespeare escribía novelas

Es común la creencia de que toda la literatura tuvo un nacimiento masculino y que poco a poco se fue liberando y admitiendo a autoras femeninas. Puede que esta aserción se cumpliera en otros géneros literarios como el drama o la poesía. Sin embargo, la novela desde su […]

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04/01/2013

Es común la creencia de que toda la literatura tuvo un nacimiento masculino y que poco a poco se fue liberando y admitiendo a autoras femeninas. Puede que esta aserción se cumpliera en otros géneros literarios como el drama o la poesía. Sin embargo, la novela desde su nacimiento en siglo XVIII fue considerado un género de mujeres.  En Inglaterra, dice Lee Morrissey  “las novelas escritas por hombres, reflejaban su cohibición, al saberse utilizando un género femenino”. Quizá porque, como bien explica en English Literature in Context, la novela en su inició no fue un género muy respetado, sino que estaba ligado al romance; el cual estaba considerado un mero pasatiempo y cuyos lectores, en gran parte, eran mujeres. La educación, durante los siglos XVIII y XIX, estaba reservada a los hombres y por lo tanto los géneros “respetados” académicamente por derivar de los clásicos, estaban vedados para las mujeres.

Es más, ya en el siglo XIX, autores masculinos, que se aventuraron con la novela,  mostraron rasgos tempranos de feminismo. Como en el caso de Moll Flanders, la heroína creada por Daniel Defoe, que se niega a doblegarse ante las circunstancias desfavorables de su nacimiento y convertirse en una criada. Moll toma las riendas de su vida y sobrevive con tanta habilidad como cualquier otro hombre. De hecho los supera, convirtiéndose en la ladrona más famosa por su destreza para escapar de la justicia o su pericia a la hora de gestionar su riqueza mejor que sus maridos. Dafoe le da una inmensa fuerza a su personaje femenino. Lo que contrasta con la pasividad característica con la que tradicionalmente la mujer ha sido retratada en la literatura masculina.

La hermana de Shakespeare, es una figura creada por la escritora feminista Virginia Woolf. La llamó Judith: una mujer inteligente y con talento; pero a la cual la educación le fue negada. Judith sirve para representar a todas las mujeres del pasado que pudieron ser grandes figuras de la literatura, de no ser por la represión de la mujer; apartadas de la educación y obligadas a dedicar su tiempo a labores domésticas. También representa a las autoras, que logrando escapar de ese patrón, fueron tan populares en su tiempo como otros autores masculinos; pero que han sido silenciadas y olvidadas por el canon literario. Y por esa razón, hoy, sus nombres no son tan conocidos, ni sus trabajos tan venerados, como el William Shakespeare.

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Si Judith hubiera existido, y lo hubiera hecho un siglo más tarde que su hermano; probablemente habría escrito novelas. Y es que el género parece estar predestinado a concebirse de mujeres para mujeres. Prueba de ello es que leyendo libros de editores y escritores consagrados para escritores noveles, me he encontrado con algo, que hasta ahora, solo había visto en anuncios de detergente. Y es que utilicen el género femenino para dirigirse a ambos géneros. Por ejemplo, Deborah Haverson avisa a principio de su Writing Young Adult Fiction: “Vario los pronombres a lo largo del libro, aunque es posible que os encontréis con una predominancia femenina. En las clasificaciones de publicación de libros para adolescentes abundan las mujeres, al igual que el de lectores, por lo que si me decanto, estoy segura de que es hacia lo femenino”

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