“La esclavitud en América configuró un tipo de hombre afrodescendiente estereotipado, sobre todo en lo sexual”

“La esclavitud en América configuró un tipo de hombre afrodescendiente estereotipado, sobre todo en lo sexual”

Martín Niérez, comunicador social uruguayo, experto en masculinidades afro

17/10/2012
Martín Niérez

Martín Niérez

“Somos lenguaje que camina”, dice el uruguayo Martín Niérez. Sociólogo de formación, comunicador social por vocación y apasionado del análisis discursivo, trabaja las masculinidades desde una perspectiva afrodescendiente, de las que escribe en su blog Hombres dEconstrucción. “No se nos entiende como descendientes de africanos sino como descendientes de esclavos y las relaciones aún están codificadas todavía en esos términos”, expone.

La población afrodescendiente presenta cifras de pobreza que duplican la de población blanca. Cerca de 140.000 de las 350.000 personas afrodescendientes de Uruguay viven en la pobreza, la mitad de las cuales son menores de edad. El 47% no ha completado la primaria y el porcentaje de desempleo de las mujeres es del 14%, lo que contrasta con el 5,5% del país.

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Asegura que la brecha social existente viene de entonces pero que también deberían estudiarse los casos positivos: los modelos de resistencia y supervivencia y la creación de redes sociales sostenidas por las mujeres. Es una tarde fría de invierno y conversamos sobre masculinidades, esclavitud, identidad, discriminación y mandatos.

“El hombre afrodescendiente no está sobreempoderado, porque sobre él pesan estigmas y estereotipos que condicionan cualquier clase de atributo hegemónico que, si bien le son inculcados, no llega a desarrollar dada su concepción histórica como un hombre objeto o mercancía”

¿Siente que la manera en que se entiende la masculinidad encorseta al hombre?

Los mandatos de fuera no dejan maniobra ni a hombres ni a mujeres pero siento que a nosotros mucho menos. Es más difícil para los hombres hacerse cargo de las características que se aducen a las mujeres, que asuman los valores que se han dado en llamar femeninos. A la hora de expresar lo que sentimos, de bailar o de caminar, el margen de movimiento de las mujeres es mucho mayor.
Nos pesa tener que ser fuertes, aguantar, no prevenir, llevar el cuerpo al extremo. Los que hacen las políticas públicas son hombres pero no hay un sistema de salud específico para nosotros como lo hay para las mujeres, la infancia o las personas mayores a pesar de fallecer diez años antes que las mujeres- veinte en el caso de los hombres afrodescendientes-. Seguimos pensando que somos indestructibles y nos estamos quedando por el camino.

¿Por qué habría que distinguir la masculinidad en términos de afrodescendencia?

Para construir nuevos modelos de hombre, primero hay que deconstruir el modelo patriarcal eurocéntrico que coloca en la cúspide al hombre blanco y de ahí y hacia abajo las mujeres y otras culturas. Este machismo también afecta a los hombres afro por la jerarquización de conocimientos y razas. No hay mucho escrito en español sobre las masculinidades afrodescendientes pero en América hay que entenderlas en clave de trata. Todos los estereotipos y estigmas se dan como si vinieran en un ADN cultural, sin una perspectiva histórica.

¿Cómo esa falta de autoestima choca con el sobreempoderamiento que se supone a los hombres?

Hay que entender que nuestras sociedades están jerarquizadas siguiendo una lógica no solo patriarcal sino también racial. En la cúspide de la pirámide se encuentra el hombre caucásico o euro descendiente. El hombre afrodescendiente no encuentra sobreempoderamiento porque sobre él pesan estigmas y estereotipos que condicionan cualquier clase de atributo hegemónico que, si bien le son inculcados y formulados como parte de su formación, no llega a desarrollar dada las especifidad histórica a la que está atado y que refieren directamente a un reduccionismo del hombre africano esclavo concebido como un hombre objeto o mercancía.

¿Cuáles son las especifidades de la masculinidad afrodescendiente?

Están directamente relacionadas con su especifidad histórica y la función de los primeros africanos en ser traídos hacia América. Los hombres eran traídos para trabajar como bestias de carga, mano de obra explotada sin pago ni estatus social o jurídico. En el desarrollo del comercio de personas esclavizadas como mercadería o bienes de intercambio del cual obtener una rentabilidad marginal económica; esa masculinidad y esos hombres van a ser reducidos a productos, productores y reproductores.

El metarrelato construido desde la colonia hasta el Uruguay contemporáneo de hoy sigue describiendo un hombre afrodescendiente configurado bajo esta triada. Los medios de comunicación y el sistema educativo siguen reproduciendo los estereotipos de estos reduccionismos históricos.

“En la masculinidad afro pesa que debemos ser muy sexuales, que debemos tocar el tambor, que debemos bailar bien… Otros prejuicios negativos, como el alcoholismo, hay que entenderlos con perspectiva histórica”

¿Qué mandatos de la masculinidad no pesan sobre los afrodescendientes y cuáles pesan especialmente?

Los mandatos son formados en la misma matriz patriarcal. Algunos atributos como el de la sexualidad exacerbada y el tamaño del pene pesan muy especialmente y están relacionados estrictamente con la trata esclavista colonial. Son reduccionismos y estereotipaciones que describen a los afrouruguayos , pero también mandatan al establecer una descripción estigmatizante y pobre de su masculinidad sin contar con representaciones positivas en cuanto a ella.

En lo que tiene que ver con el cuerpo, los afrodescendientes ocupan los mismos lugares en el mercado laboral que en la colonia al desarrollar tareas que tienen que ver con tareas manuales y corporales, tales como carga y descarga, construcción, etcétera. Asimismo, el abuso de alcohol y otras sustancias están asociados a una política de pagos con alcohol en tiempos coloniales a través de cupones que valían la obtención de estas sustancias a intercambio de trabajo.

Durante la trata de esclavos, se les aducían a los pueblos conquistados características similares a las de las mujeres, a las que se consideraba inferiores.

Efectivamente, tanto las mujeres como los pueblos colonizados se representaban como criaturas dóciles, ingenuas, a las que hay que guiar. En América se configuró un tipo de hombre afrodescendiente estereotipado, sobre todo con el tema de la sexualidad. En tiempos de esclavitud el sexo entre ellos no era íntimo, como derecho, sino para procrear y aumentar así el número de esclavos, como si fueran parte de un comercio ganadero…

Cuando dice que el sexo se saco del ámbito de la intimidad, ¿a qué se refiere exactamente y cómo ha afectado ese pasado a la identidad de los afrodescendientes?

Hay un relato que sustenta la mirada popular sobre la sexualidad de los afrodescendientes y tiene que ver justamente con este reduccionismo del hombre africano como hombre objeto. Y es que en la colonia, en el comercio de seres esclavizados hay un capítulo aparte en cuanto al uso que se hacía de estas personas para fines sexuales o reproductivos, para juegos sexuales, para reproducir más esclavos.

Cuando digo que la sexualidad se sacó del ámbito de la intimidad hablo justamente de estas prácticas coloniales que dieron curso a una mirada popular sobre la sexualidad de los afrodescendientes y que se desprende directamente de una sexualidad observada, utilizada con fines comerciales y no individuos en el ejercicio libre de su intimidad, con derechos a utilizar su sexualidad en provecho de su desarrollo emocional, psicológico y social.

¿Cree que existe un círculo vicioso por el cual las personas se creen estos estereotipos sobre ellas y los reproducen haciéndolos así realidad?

Lo cierto es que hay pocas referencias para ser otro tipo de hombre. En la masculinidad afro pesa que debemos ser muy sexuales, que debemos tocar el tambor, que debemos bailar bien… hay muchas expectativas depositadas en nosotros y eso es una carga muy grande.

Otros prejuicios negativos hay que entenderlos con perspectiva histórica como el alcoholismo, o la propensión a ciertas enfermedades que provienen, por ejemplo, de cuando trabajan en saladeros de carne y comían mal. Además, aunque se abolió la esclavitud no acabaron las relaciones de poder. Sigue habiendo discriminación y racismo aunque no se reconozca.

“Las población afrouruguaya se mantiene en los mismos trabajos: las mujeres en el doméstico y los hombres en la fuerza bruta”

¿Se niega por completo que exista racismo?

Desde principios del siglo XX se mantiene un discurso igualitario pero los datos sobre la brecha social que existe siguen ahí. Tras la esclavitud no se contempló cómo esas personas, ex esclavas, se sumarían a la sociedad. Además, como decíamos antes, se siguen representando los mismos estereotipos, tendría que haber toda una revisión en el sistema educativo y mediático. En la publicidad, por ejemplo, no parece que esto sea Latinoamérica ni que haya población afrodescendiente.

Además, las raíces negras están olvidadas en la construcción de la identidad uruguaya.

Uruguay se ha construido bajo el paradigma de la identidad europea y la subordinación del africano. No tengo referencias como afrodescendiente pero tampoco me hacen sentir que sea uruguayo. Es difícil retrotraerse a qué país o etnia pertenece cada uno porque en los registros se pierde el rastro. Es importante contarse a uno mismo, y para los afrodescendientes es muy difícil.

¿Cómo cree que les afecta esto?

El tejido social afrouruguayo está dañado por una falta autoestima. Hacen falta políticas afirmativas para fortalecerlo y a partir de ahí construir oportunidades. A los afrodescendientes nos pasa como a las mujeres (así que a la mujer afrodescendiente doblemente), que tenemos que demostrar mucho más porque se nos va a cuestionar más. La gente dice “ustedes tienen que luchar” pero es una lucha de toda la sociedad uruguaya por construir el país en el que queremos vivir.

Y ello a pesar de que la principal manifestación cultural de Uruguay proviene de una tradición africana.

Se han apropiado del candombe como producto para una industria cultural global pero no se ha asimilado lo que supone de resistencia, encuentro, reflexión histórica… Antes se le asociaba a la pobreza y el alcoholismo y han pasado de invisibilizarlo a instrumentalizarlo y mercantilizarlo. Genera mucho dinero en turismo que luego no se revierte en políticas de reafirmación identitaria.

Sin embargo, existe una brecha social entre la población afrodescendiente y la no afrodescendiente.

Como los afrodescendientes son pobres, se ha enfocado en cómo mejorar a los pobres para mejorar las condiciones de la población afrodescendiente pero no se han tratados las particularidades que vienen desde la colonia. Desde entonces, las peores condiciones de pobreza se ven la población afrouruguaya y se mantienen en los mismos trabajos: las mujeres en el doméstico y los hombres en la fuerza bruta. Las políticas públicas deberían tomar este paralelismo y también el aspecto relacional de racismo y discriminación, que es el que produce pobreza y vulnerabilidad.

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