¡Por fin!¡Conseguí mi cuento de princesa!

¡Por fin!¡Conseguí mi cuento de princesa!

Ania Yoel

Me acerco a la treintena, tengo una buena formación y aunque no tengo trabajo fijo, tengo un hombre y estoy embarazada. ¡Por fin soy una princesa!

No he podido celebrarlo de blanco, ni firmar el acta del amor eterno, pero ya se sabe que las parejas modernas hacen cosas modernas. Lo tengo todo y lo […]

Download PDF
21/05/2012

Ania Yoel

suscribete al periodismo feminista

Me acerco a la treintena, tengo una buena formación y aunque no tengo trabajo fijo, tengo un hombre y estoy embarazada. ¡Por fin soy una princesa!

No he podido celebrarlo de blanco, ni firmar el acta del amor eterno, pero ya se sabe que las parejas modernas hacen cosas modernas. Lo tengo todo y lo que todas ansían, lo que envidian y ambicionan. He cumplido mis objetivos, mi vida es un éxito. Fue dura la búsqueda, los desengaños, los fracasos amorosos, las relaciones humillantes o incluso traumatizantes que soporte pensando que me casaría y tendría hijos, pero ha merecido la pena porque he encontrado “al hombre” y vamos a ser padres.

Yo soy bisexual, pero he preferido tener relaciones con hombres. Es una cuestión práctica, no de preferencias. Tener una relación con una mujer es algo que no sé hacer, no se me puede culpar de tener miedo a lo desconocido. Además, imagínate qué follón, hoy te presento a un tío, mañana a una tía, la polémica servida, las bromas, las humillaciones. Sé lo que pensará mi familia y no he tenido, ni tengo, energía para soportarlo. Además, una mujer no puede hacerme princesa, porque no es un príncipe, es de lógica. No va a ser un macho, ir del brazo de un hombre te engrandece, la sociedad te ve y te respeta porque te puede hacer mujer. Te puede dejar preñada.

Buscaba incansable un príncipe para cumplir el cuento de hadas, hacerme madre y ser respetada. Y por fin lo tengo todo. El otro día, hablaba con una amiga por teléfono: “Os estáis casando, teniendo hijos… ¿Por qué yo no siento que quiero tener hijos? Me encantan los niños pero no me veo… Se me pasa el arroz, Ania, ¿qué voy a hacer?”. Otra amiga mientras paseábamos discutía con un amante por teléfono, al colgar me dijo con los ojos rojos y un nudo en la garganta: “Otro hombre que no es lo que esperaba, ligo mucho, pero no encajo con ningún tío, no sé porque…  Siento que fracaso…” Se me rompió el corazón.

Mis amigas se preguntan cuál es su problema, afirman que algo en ellas falla por qué no consiguen ser princesas, una se ve como un monstruo porque ni siquiera quiere serlo, pero tiene claro que sin eso está perdida: “¿Qué voy a hacer?” se pregunta . La otra se siente repudiada, una flor que no florece porque nadie la da agua, y ¿de qué sirve una flor que no florece? “Siento que fracaso” llora.

Pero no están pensando, solo están sintiendo, dejándose llevar. El problema no está en ellas, el problema está en las demás, las que nos casamos y en los que nos enseñan estas necesidades. Las necesidades se aprenden y nosotras hemos aprendido que necesitamos un hombre y un hijo, para realizarnos, y que lo demás no importa. No importa tu sexualidad, no importa tu ambición o tus sueños, no importa tu personalidad, ni tu situación económica. En definitiva, tú mujer, no importas.

Me gustaría que ellas se preguntaran en realidad, cuál es mi problema para tener un hijo sin tener trabajo. Qué problema tiene esa otra que se ha convertido en mujer florero, cuidando de su hija y su marido. Qué problema tiene aquella que es una super-mujer, curra diez horas como su marido, se humilla ante sus suegros, y cuando llega a casa, limpia, cocina, ducha y acuesta a los niños.

Si volviera atrás, habiendo pensado todo esto, no me habría quedado embarazada. Pero no me arrepiento de tener a mi hijo, ahora sé que lo he hecho sin pensar y solo sintiendo lo que me venden.

Estoy feliz de que no voy a quedarme en casa, feliz de que no voy a ser una super -mujer, cumpliendo con la sociedad moderna y trabajando pero realizando la función de madre y esposa, porque voy a tener los ojos abiertos. Estoy feliz de que me voy a desarrollar como persona y como profesional, voy a disfrutar y voy a trabajar y a enseñarle a mi hijo que no soy ni madre, ni esposa, sino una mujer, con ambiciones y sueños, con iniciativa e independencia, sexual y activa, inteligente y fuerte. Soy su criadora, su protectora, su profesora, su compañera durante el desarrollo y un ejemplo para él. No soy la santa, la buena, la abnegada, la ciega, la inocente, la criada, la esclava. No siento, vivo y pienso para la familia.

Por eso voy a hacer lo que están haciendo mis amigas y yo envidio, voy a construir mi camino, voy a desarrollar mi carrera, voy a buscarme y conocerme, a reivindicar mis pensamientos y mi realidad. Deberían sentirse orgullosas de cómo están llevando su vida, en vez de tristes, porque aunque sientan la necesidad y el dolor no han caído en la trampa. Deberían de estar preocupadas por nosotras “las que nos casamos y tenemos hijos” porque o hemos caído o podemos caer en el cuento monstruoso de las princesas anuladas. Yo debería preguntarme qué voy a hacer sin trabajo. Yo debería sentir que “he fracasado” mintiendo sobre mi orientación sexual toda la vida, y no permitiéndome desarrollarme por buscar al puto príncipe, porque no me he escuchado, no he mirado en mi interior, no me he preguntado qué quiero.

Así que si os sentís como mis amigas, reflexionad otra vez. Si estáis buscando hombres cuando os gustan también o incluso más las mujeres, reflexionad. Cuando tenéis vuestros conflictos emocionales que meditar, pero solo pensáis en que no estáis casadas o en pareja, cuando tenéis mucho trabajo y ambición pero lo que os hace llorar es no tener una polla que os riegue… No hay arroz que se pase, tener hijos es posible siempre, no hay obligación ni de querer ni de sentir que quieres tener. Pensad en qué estúpido es necesitar un hombre y un hijo para sentir que habéis cumplido.

Y tomaros un vermut rojo de mi parte, que yo no puedo.

Ni madre, ni esposa,
Ania

Download PDF

Artículos relacionados

Últimas publicaciones

ayuda a Gaza
Download PDF

Título

Ir a Arriba