Shipibas, en lucha por la igualdad en la selva

Shipibas, en lucha por la igualdad en la selva

Las indígenas de la Amazonía peruana se organizan para informarse sobre sus derechos, aumentar su participación política en las comunidades y reforzar su empoderamiento. Han pasado de sufrir la ablación y los matrimonios concertados a formarse en liderazgo o chamanismo y conducir programas de radio.

12/04/2012
Shipibas

Hilda Amasifuén explica las actividades para marzo de la ONG Terra Nuova./ Emilia Laura Arias

Emilia Laura Arias Domínguez/ Pucallpa (Perú)

Dicen las leyendas del pueblo Shipibo-Konibo que los sueños son premoniciones que anuncian lo que está por llegar. Las mujeres Shipibo ya hace tiempo soñaron con la igualdad y la libertad. En este pueblo originario de la Amazonía peruana, de una fuerte tradición patriarcal, se practicaba la ablación del clítoris hasta hace algunos años y los matrimonios eran concertados. La rígida división entre lo público, para los hombres, y lo privado, para las mujeres, hacía que estas no hablasen en presencia de los hombres.

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Hasta hace dos décadas se practicaba la ablación del clítoris, las mujeres shipibas no hablaban en público y estaba mal visto que estudiaran.

Actualmente soplan vientos de cambio en la selva y cada día se escuchan en las orillas del río Ucayali más voces de mujeres en las asambleas y en el resto de ámbitos, antes reservados a los hombres. Esta situación no ha caído del cielo, es fruto del trabajo de mujeres que siguen soñando con ser shipibas libres.

Sus padres decidieron por ella cuando tenía apenas 14 años. Se casó con un hombre mucho mayor al que no conocía. “Tardé un año en acostumbrarme a él, al principio no dormía y fue un infierno… Imagina que de la noche a la mañana te hacen compartir cama con un señor que apenas conoces”, relata Cecilia Brito, que ahora tiene 43 años.
Esta mujer shipiba, madre de cuatro hijos y una hija, dice que despertó a sus derechos “escuchando un programa de radio que ofrecía formación”. “Le comenté a mi marido que quería terminar la Secundaria y le pareció bien… ¡Yo creo que aún se arrepiente!”, ríe a carcajadas.

Cada día viajaba dos horas en canoa para poder estudiar. Un día la crecida del río hizo que su embarcación volcase. Perdió todos sus apuntes, sus libros y sus lápices. A pesar de todo, siguió adelante. Llegó a la universidad y pasó años trabajando para Médicos Sin Fronteras en temas de educación y salud.

Su trabajo en el programa ‘Diagnóstico Mujer’, de la organización indígena ORAU, la llevó a viajar por todas las regiones de la selva peruana. “Desde ese espacio me di cuenta de que la única forma de que se escuchen nuestras voces y se entiendan nuestras propuestas es organizadamente”, comenta. Ante este proceso de organización y empoderamiento no faltaron las resistencias: “Fue difícil porque en la cumbre de las organizaciones mixtas están los hombres”, continúa.

“Hemos entrado en las organizaciones indígenas mixtas, pero no hemos alcanzado nunca puestos de responsabilidad porque chocamos con un techo de cristal y por eso era necesario organizarnos como mujeres y trabajar desde abajo”, explica esta líder indígena.

Brito denuncia que para la lucha las mujeres están “en primera fila” pero que después no les reconocen “en la victoria”, y su voz y sus demandas “quedan en último lugar”.

De las inquietudes de Brito y de otras mujeres como ella nació la Coordinadora de Desarrollo de Mujeres Indígenas Amazónicas, con más de 100 mujeres de distintas comunidades y pueblos originarios de diversas regiones de la selva peruana. Acaban de empezar a caminar juntas hace apenas dos meses y tienen las cosas claras: “¿Quién siembra la yuca, el culantro, el ají? ¿Quién trabaja la tierra y hace crecer la vida?”. Ella misma se contesta: “Nosotras”.

 

Despertar Amazónico

El pueblo Shipibo-Konibo es uno de los más populoso de la Amazonía peruana, con una población total aproximada de 35.000 personas. La mayoría viven en pequeñas comunidades cuyo medio principal de comunicación es la radio.

‘Despertar Amazónico’ es un programa de radio conducido por Segundina Kumapa. Su temática principal es la participación política y, a través de las ondas, se cuela en las comunidades y habla con las mujeres.

Segundina Kumapa ha vivido el peso de la costumbre y la tradición. Cuando era niña vio cómo le practicaban la ablación a su hermana mayor. “Quien no se sometía a ella era despreciada y marginada”, explica.

Profesora de profesión, dejó su trabajo para dedicarse a la lucha por los derechos de las mujeres. “Con más voluntad que plata” creó, junto a otras, la Organización de Mujeres Indígenas de la Amazonía Peruana, de la que fue directora. “Fue en 1993 y reunimos a 210 mujeres shipibo, ashaninka, yanisha… de diferentes pueblos y regiones. Nos dimos cuenta de que debíamos abrir espacios para hablar de nuestros problemas como mujeres y como indígenas y participar en lo político, lo económico y lo cultural”, cuenta Segundina Kumapa, que llegó a ser candidata al Congreso de la República. Aquel grupo de mujeres “decididas y fuertes” tenían el compromiso claro de “resquebrajar el sistema machista que tanto daño había hecho”.

Actualmente trabaja como coordinadora general del Foro Permanente de Pueblos Indígenas de Ucayali, una organización mixta, y colabora con distintas organizaciones e instituciones en el fortalecimiento de capacidades. Según Segundina Kumapa, las “mujeres están participando cada vez más gracias a un importante trabajo en género, pero aún queda mucho por hacer”.

Las cuestiones que separan a las mujeres de estos espacios están ligadas al peso de la gestión del hogar, según analiza Kumapa: “Hay mujeres a las que la familia no le permite avanzar ni participar. Estamos contentas por haber roto algunas cadenas, pero no las hemos roto todas y tenemos mucho trabajo”. Asegura que en poco tiempo se han ocupado “espacios antes prohibidos, demostrando que la palabra de las mujeres es importante y aporta para el desarrollo del pueblo Shipibo”.

Shamana shipiba

Elisa Vargas, chamana de la comunidad de San Francisco (Ucayali)./ E. L. Arias

Shamanas, artesanas y líderes

La actividad minera, extractiva y maderera han hecho que la agricultura y la pesca pasen a un segundo plano, mientras que la artesanía ocupa un importante puesto en la economía para el pueblo Shipibo, que pasa a depender de insumos de las ciudades cercanas. La artesanía ha generado cambios en las atribuciones de roles femeninos y masculinos, y algunos hombres han aprendido a hacer kene, hilado típico de este pueblo. Aun así, la mayor parte de comerciantes siguen siendo mujeres, según la publicación ‘Las Mujeres del Río Ucayali, un camino hacia la Participación Política’, publicado por la ONG Terra Nuova.

Tal y como explica esta publicación, “las mujeres han accedido a ámbitos como la administración de negocios familiares o a actividades como la pesca. Esto constituye un puente en el acceso a los espacios de participación y toma de decisiones también en lo privado y lo público, además de una lucha continua de poderes por el reconocimiento y valoración de las habilidades y capacidades de de mujeres y hombres”.

Elisa Vargas, chamana: “Aunque las mujeres siempre hemos sabido mucho sobre plantas medicinales, el chamanismo era un espacio reservado a los hombres. No era justo. Yo he roto ese estereotipo”

Ya no son solo artesanas y amas de casa; las shipibas han conquistado espacios que correspondían por tradición a los hombres, como el chamanismo. Para el pueblo Shipibo, las plantas medicinales y los rituales vinculados a la naturaleza y lo espiritual tienen un puesto privilegiado en su cultura. Las limpias con Ayahuasca, el Piri piri en los párpados de los recién nacidos para aumentar sus habilidades, el uso de todas las hierbas para curar el cuerpo y el espíritu… El chamanismo, ese espacio dedicado a cultivar la sabiduría ancestral, los saberes y las experiencias, estaba reservado únicamente a los hombres, pero los moldes ya se han roto.

Elisa Vargas es chamana, la única en la comunidad de San Francisco y la más conocida de Pucallpa. Vienen en busca de sus conocimientos y su energía personas de otros continentes. Practica el shamanismo desde hace 20 años y tiene 6 hijos. Ella es consciente de que su esfuerzo y determinación es una puerta abierta para otras mujeres: “Este era un rol que antes solo desempeñaban los hombres de la comunidad, aunque las mujeres sabíamos mucho sobre hierbas. Eso no era justo y ahora cada vez hay más mujeres que se dedican al shamanismo. Yo siempre tuve pasión por ser una buena curandera, una buena chamana, y ahora lo soy.”

Shipibas

Mujeres participando en la asamblea de la Comunidad de Santa Teresita./ Iñaki Landa

Ainbobo Koshiati

Ana Vega es una shipiba de 41 años de la comunidad Santa Teresita, donde viven 170 personas. “La falta de participación es porque nos han enseñado a ser tímidas y son los hombres los que tienen la palabra. Tenemos miedo y vergüenza a hablar en público, lejos de nuestro círculo de confianza. A veces nos reunimos puro mujeres y ahí sí hablamos”, comenta.

Para terminar con el miedo de algunas mujeres shipibas a hablar ante los hombres, nació el proyecto Ainbobo Koshiati, frase que en Shipibo significa “fortalecer las capacidades de las mujeres”. Hilda Amasifuén Pikota trabaja para la organización italiana Terra Nuova en este proyecto que ya ha llegado con capacitaciones a 1.000 mujeres de 21 comunidades Shipibo.

Las mujeres indígenas de la Amazonía afrontan continuas situaciones de violencia, abandono, exclusión, subordinación y escasa o nula valoración de sus actividades y aportaciones, colocándoles en situación de desventaja e inequidad frente al acceso de oportunidades y participación en espacios de poder y tomas de decisiones.
“He visto las necesidades del pueblo Shipibo y las necesidades concretas de las mujeres Shipibo” . “A veces se permite o soporta el maltrato por falta de información y baja autoestima o por desconocer nuestros derechos”, indica Amasifuén.

Cecilia Brito: “Es necesario valorizar la cultura indígena y que las mujeres estén representadas equitativamente para negociar, liderar y participar en la defensa de bosques y selvas de la depredación de multinacionales extranjeras”

Cuenta que al principio se iba de puerta en puerta invitando a las mujeres a capacitaciones sobre autoestima y empoderamiento y que los varones les prohibían participar porque tenían miedo de que les abandonasen. Ha trabajado en liderazgo, autoestima, empoderamiento y participación, “las claves de cara al futuro”, y recuerda que las mujeres reaccionan abriendo los ojos y diciéndoles que sigan yendo que les dan “mucha fuerza”.

Amasifuén visita las comunidades informando sobre sus derechos en idioma Shipibo, y eso les acerca y hace que las mujeres participen. El primer paso para hacer frente a la violencia es que se sientan “fuertes, con capacidad de decisión, informadas y conscientes de lo que sucede”.

El contexto coloca a muchas mujeres shipibas en situaciones de vulnerabilidad. El abuso del alcohol, importado por petroleras y madereras, ha incrementado en el entorno de las comunidades y, con él, la violencia contra las mujeres. En esta región, el 93% de casos de violencia son contra las mujeres. 3 de cada 10 mujeres son víctimas de violencia física por parte de sus parejas. En 2009, el Instituto de Medicina Legal del Ministerio Público atendió 587 casos de violencia sexual en la zona, según datos de la Organización Manuela Ramos.

“Las asambleas masculinizadas no recogen estos problemas de las mujeres y ellas se sientan al final y escuchan. Empieza el cambio y ahora hay mujeres jefas de comunidad, respetadas por su pueblo, que ponen sobre la mesa los problemas que ellas enfrentan”, comenta Amasifuén.

Esta capacitadora considera que ser shipiba significa sufrir una “triple discriminación: por ser mujer, indígena y pobre”. Pero eso, recuerda, no les convierte “en víctimas pasivas de las circunstancias”.

Las mujeres shipibas saben cuáles son los problemas de sus comunidades: inasistencia de profesorado, carencias en la educación, ausencia de enfoque intercultural bilingüe en la educación, falta de productividad de la tierra por las fumigaciones, depredación de petroleras y madereras, migración, deserción cultural… Ellas tienen voz y capacidades para luchar, buscar soluciones y mejorar la vida en sus comunidades.

Shipibas

Imagen de la asamblea de la Comunidad de Santa Teresita./ I. Landa

“Defendemos nuestros bosques”

Las empresas extractivas y las madereras, llegadas de países europeos o de Estados Unidos, son una gran amenaza para las comunidades indígenas, ya que depredan la selva, no reforestan e importan modelos de sociedad que chocan con la vida en las comunidades.

Ante estas circunstancias y para defender la selva, algunas shipibas, apoyadas por la ONG Terra Nuova, condujeron un programa de radio sobre mujeres, medioambiente y conservación. ‘Ainbobo Etan Nibo’, que significa ‘Mujer y Naturaleza’, repasaba durante una hora al día cuestiones sobre medioambiente, género y derechos. Hilda Amasifuén, quien participó en el desarrollo de este proyecto, apunta que cuando el programa terminó hace pocos meses recibieron “muchas llamadas de mujeres que demandaban que el programa siguiera adelante”.

Cecilia Brito, de la Coordinadora de Mujeres de la Amazonía Peruana, tiene claro que en esta pelea por la conservación del medioambiente y de los derechos indígenas las mujeres deben estar representadas de forma equitativa. Para esta activista, es necesario combatir la desvalorización de “las culturas indígenas” y aporta la clave para hacerlo: “Hay que capacitar a las mujeres porque si nosotras no participamos en la toma de decisiones ni en las negociaciones, si no tenemos acceso al liderazgo, la opinión y la participación, no conseguiremos nada. Las mujeres podemos y debemos trabajar defendiendo nuestros ríos, nuestras selvas y nuestros bosques”.

Desde hace ya dos décadas, estas mujeres de la Amazonía peruana se organizan, se apoyan y crean redes para informar sobre sus derechos a otras compañeras y facilitarles herramientas para su empoderamiento. Entre sus objetivos fundamentales está la participación política en las decisiones que afectan a sus comunidades, el desarrollo de estas y que sus voces se escuchen alto y claro en la selva y también en Lima. Mujeres chamanas, líderes, jefas de comunidades, organizaciones de mujeres coordinadas, doctoras, antropólogas, profesoras, científicas… Las mujeres Shipibo están decididas y siguen adelante porque ya hace mucho que soñaron y, como asegura Cecilia Brito, ya no hay quién les pare.

Ella misma declara su profundo respeto por su “cultura shipiba, pero con la mujer shipiba libre”.

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