Cuando tu reflejo es una víctima

Cuando tu reflejo es una víctima

El otro día me sorprendí pensando: "“Éste chico es bueno; no me va a insultar, ni me va a pegar”. Dejé lo que estaba haciendo, y me pregunté: "¡Qué coño estoy diciendo! ¿Cómo puedo juzgar de “bueno” a un hombre por CREER que no me va a pegar ni a insultar? ¿Qué me ha pasado para pensar que un hombre es bueno porque no va a abusar de mi?"

25/04/2011

Cuando escuchaba en los medios los dramáticos episodios de violencia de género siempre me ha costado tener empatía. De alguna manera tenía prejuicios hacia esas mujeres.

Pensaba, abrumada por su historia, que eligieron mal su papel en la vida, que no tuvieron acceso a la educación que necesitaron,  que eran personas débiles o adictas al dolor. En definitiva que de alguna manera y muy a mi pesar yo pensaba, en secreto, que era su culpa.

Tras años de feminista convencida pero no activista, orgullosa libertina bisexual, me sorprendo el otro día con esta frase asertiva en mi cabeza, al conocer a mi nueva pareja : “éste chico es bueno; no me va a insultar, ni me va a pegar”. Levantando la cabeza suavemente con expresión de sorprendida (pero tampoco mucho) y dejando lo que estaba haciendo, me pregunto: ¡qué coño estoy diciendo! ¿Cómo puedo juzgar de “bueno” a un hombre por  CREER que no me va a pegar ni a insultar (digo creer por que la sospecha de poder ser agredida nunca desaparece)? ¡Debería sobreentenderse que no me van a agredir!

suscribete al periodismo feminista

Horrorizada, sorprendida, ¡escandalizada! ¿Pero qué había pasado con mi filosofía? ¿Qué me habían hecho? ¿Qué me había pasado para pensar que un hombre es bueno porque no va a abusar de mi?

Lo que me había pasado es que me habían violado en mi primera vez a los 17 años, insultado y humillado durante 6 años de relación y había sido agredida y acosada por mí último novio, hasta ayer que volví a recibir uno de sus mails.

Pero yo no había querido verlo. Yo era demasiado fuerte para que eso me afectara. Si piensas en ello, solía decir a mis interlocutores, si le prestas atención, ellos ganan. Es mejor ignorarlo, yo soy más fuerte que ellos y que todo lo que me puedan hacer. No me afecta. Pero era mentira. La verdad es que creía que todo era culpa mía.

Niña de buena familia, mujercita de mundo con estudios, emprendedora de sueños, valiente y solidaria con las causas perdidas, tampoco tenía mucho derecho de queja, supongo. Cómo le dice la niña pija a su madre: “oye ama que me han violado en mi intercambio cultural en Estados Unidos”. Yo ni siquiera quería ir a Estados Unidos, fue cosa de ellos. A mi madre se le caería el mundo.

Aprendí a callarme esas desgracias incómodas para no hacer daño o para no molestar. Con un poco de frivolidad una cree que puede superarlo todo.
Después salí con un chico del pueblo. Un obrero majísimo, trabajador y responsable. Nadie quiere nada más. No importa si te anula como persona, me decía el mundo susurrando, lo importante es que te dará una vida estable. Si trabaja es un buen chico…

Me hubiera gustado decir, ama, aita, no porque sea trabajador es bueno. Siento contaros esto pero R. dice que soy una puta si me pongo escote y cuando se pone celoso, a veces me deja tirada en otro pueblo y me insulta cosas como zorra, guarra, cerda, dice que me quiero follar a todos y que todos me quieren follar porque saben que soy una puta y dice que solo sirvo para eso, que soy tonta… Me dice cosas tan fuertes que no me atrevo ni a repetíroslas. Me dice cosas tan enfermas que nunca hubiera podido imaginarlas y que si no las pienso creo que se las va a llevar el viento. Pero se quedan.  Nunca se me han olvidado. Ojalá lo hubiera hecho, ojalá lo hubiera dicho, ojalá lo hubiera parado antes, pero no  me di cuenta, me absorbió.

Mi último novio me pegó. Pero esta vez reaccioné y le eché de mi vida a la primera. Sin embargo, me sigue acosando. Se lo dije a mis amigas. “Chicas, tengo miedo”. Dice que me va a destruir. Que no va a parar nunca, que va a por mí. Me envía e-mails insultándome. Envía e-mails de mi parte a las personas de mi entorno. No sé qué hacer. Tengo miedo como nunca lo había tenido antes. De hecho la palabra miedo ha tomado un nuevo significado. No le deseo a nadie este sentimiento… Me apoyaron sin decir mucho, me animaron a denunciarlo. La verdad es que todavía sigue acosándome y que aún me tiemblan las manos cuando me llama incansable, treinta o cuarenta veces.

En realidad, creía que era culpa mía. Qué todo era culpa mía. Hoy en día soy consciente de que mi intolerancia hacia la violencia de género era conmigo misma y no para con esas mujeres. Lo que no soportaba era verme en el espejo. Lo que no soportaba era ser una víctima.

Me han usado, anulado y arrinconado. Mi vida perfecta tenía un lado oscuro y oculto que ha roto mi alma. Sin saberlo me he hecho aún más daño por callarme. Por frivolizar mis vivencias desafortunadas.

Ya no hay vuelta atrás.

Ahora tengo 27 años y llevo 8 autolesionándome. He intentado parar de muchas maneras. Mostrando a mis parejas lo que conseguían con sus amenazas e insultos a lo cual obtuve la mayor parte de las veces más insultos o una fingida indiferencia. He intentado huir, de mis amigos, de mi familia, de mis parejas. He intentado no encontrarme en situaciones que me produzcan la autolesión. Cualquier cosa que me importe y que me señale diciendo es culpa tuya me provoca un crisis AL (la siglas de AutoLesión en el mundillo de los entendidos) Y he llegado a una conclusión: después de mucho huir, ocultar, mentir, tapar, ahora sé que no lo puedo solucionar yo sola y también sé que no estoy sola.

Afortunadamente, mi historia es más suave de lo que da bombo en los medios. Pero no por eso me han dado menos ayuda. La violencia de género tiene muchas formas y maneras de acechar y de hacer daño. Yo me acabo de dar cuenta, mi reflejo impertinente me gritaba que era una víctima y que necesitaba ayuda para recuperarme. Menos mal que por fin me he mirado.

Escribo esto para ti, si te ves reflejada no mires hacia otro lado. No es culpa tuya. No te hagas la fuerte. No te engañes. No tengas vergüenza. Infórmate y habla. Una mujer maltratada no es débil, es como cualquier otra persona y necesita apoyo. Nadie te va a criticar, ni dar la espalda. Tú no has elegido ser una víctima. Pide ayuda si te están agrediendo o te han agredido, no dejes que rompan tú vida, no dejes que rompan tu alma.

Teléfono de atención a víctimas de violencia: 016

Download PDF
master violencia de género universidad de valencia

Artículos relacionados

Últimas publicaciones

ayuda a Gaza
Download PDF

Título

Ir a Arriba