El Campamento Internacional Feminista, un homenaje a las desaparecidas

El Campamento Internacional Feminista, un homenaje a las desaparecidas

Especial: el papel de las mujeres en la reconstrucción de Haití

01/02/2011
Innocent Jean

Charles Eckert/ ActionAid

No habrá Haití sin haitianas
“El movimiento feminista sigue vivo e incluso reforzado”

El Campamento Internacional Feminista ‘Merlet, Coriolan y Marcelin’, que lleva los nombres de las tres cabezas visibles del feminismo haitiano fallecidas en el terremoto, fue levantado en la frontera de Jemaní entre República Dominicana y Haití a partir de la última semana de enero de 2010. Este campamento fue organizado como un espacio de referencia para la solidaridad internacional y para que llegasen recursos directamente para las mujeres en su papel de promotoras de desarrollo y reconstrucción en sus comunidades.

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Este campamento, que hace de su nombre un homenaje, va a contribuir a abrir canales de comunicación para que las mujeres y sus comunidades tengan voz. Un espacio para expresarse desde sus “duelos, dolores, fuerzas de supervivencia, acceso a información y para que puedan articularse desde las comunicaciones” dice el manifiesto del campamento.

La iniciativa incluye la puesta en marcha de una radio que funciona con energía solar, capaz de emitir en medio del caos. En estos contextos, la radio resulta especialmente terapéutica en su papel de altavoz para contar y escuchar.

Merlet, Coriolan y Marcelin; el coraje de alzar la voz

Estas tres mujeres presionaron al Gobierno haitiano para conseguir leyes contra el asalto sexual, y lo consiguieron. Para garantizar que dicha ley fuese respetada, en 2008 encabezaron una acción que consistió en inundar los tribunales de mujeres durante los juicios por violación para que quién juzgaba se sintiese las mirase frente a frente y se sintiera implicado.

Ellas, capaces de hacer temblar los cimientos de años de opresión, hicieron lo impensable en un país donde las mujeres no eran consideradas ciudadanas de derecho. En 2001, por ejemplo, en medio de los violentos disturbios políticos, Merlet se puso en contacto con la actriz y activista Eve Ensler y le convenció para que llevase ‘Los monólogos de la vagina’ a Haití. “Su trabajo fue totalmente innovador. Hasta que llegó Merlet, los derechos de las mujeres fueron totalmente ignorados”, dice Sabrina Salomón, directora del Florida Immigrant Advocacy Center de Miami.

En 2000, la Comisión de la ONU de Derechos Humanos emitió un duro informe sobre el tratamiento de las mujeres de Haití. “La falta de legislación adecuada da lugar a una cultura de la no presentación de informes y de aceptación de la violencia contra las mujeres”, señaló el informe. El 66% de las haitianas víctimas nunca reportaron actos de violencia, “por temor a represalias y prejuicios sociales.”  Como ejemplo, el informe decía que “si una niña es violada por su maestro, por lo general se espera que el violador se case con la víctima”. Merlet, Coriolan y Marcelin empezaron a pintar otra realidad antes del terremoto, a impulsar cambios, y era ya posible pensar derechos para las mujeres en Haití.

En 2007, cuando 108 cascos azules de la ONU  violaron de forma continuada a mujeres y niñas de hasta 7 años en la isla, Marcelin dijo al diario Los Angeles Times: “Que un soldado pueda hacer esto a una chica a la que se supone que está protegiendo, proviene de la misma mentalidad que permite a un profesor hacerlo a su alumna o un padre a su hija. En esta sociedad, los cuerpos de las mujeres son consideradas carne”

Myriam Merlet huyó de Haití en la década de 1970 y volvió en 1986 para luchar por las mujeres y los niños y niñas. Durante un tiempo lideró el Ministerio de Género y Derechos de la Mujer, que recogió los datos que sirvieron de base para el informe de 2000 de las Naciones Unidas.

Anne-Marie Coriolan se concentró en la educación. En Haití, la educación no es gratuita, y las familias, especialmente en las zonas rurales, a menudo eligen educar sólo a sus hijos varones. El destino de las niñas está en los trabajos domésticos, el campo o algunas fábricas.

Magalie Marcelin, abogada y actriz, fundó Kay Fanm, un grupo de derechos de las mujeres  que ofrece refugio seguro y microcréditos a las víctimas de la violencia doméstica.

Las tres juntas fundaron los primeros refugios para víctimas de violencia machista en Haití. Las tres murieron el día que aquellos 35 segundos derribaron su un país que ellas estaban construyendo. Ahora otras toman el testigo de poner los cimientos para un Haití en igualdad.

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